El historiador húngaro Arnold Hauser (1892-1978), en su libro Teorías del Arte (1974), hace la siguiente afirmación polémica:
"Las obras de arte son provocaciones. Nosotros no las explicamos, sino polemizamos con ellas. Las interpretamos de acuerdo con nuestros propios fines y aspiraciones, trasladamos a ellas un sentido cuyo origen se encuentra en nuestras propias formas de vida y hábitos mentales; en una palabra, de todo arte con el que nos hallamos en una auténtica relación, hacemos un arte moderno".
Y en seguida complementa esas ideas, con un a afirmación aún más radical:
"Las obras de arte son cimas inalcanzables. No vamos ellas directamente, sino que, más bien giramos en su torno. Cada generación las contempla desde otra perspectiva, viéndolas con nuevos ojos, sin que ello quiera decir que el punto de vista posterior tenga que ser, forzosamente el más adecuado. Toda perspectiva tiene su hora, la cual no puede ser ni anticipada ni prolongada, aún cuando su aportación para el futuro no se pierda en absoluto por eso. De la acumulación de las diversas interpretaciones y solo de ella se deduce todo el sentido que una obra de arte tiene para una generación ulterior".
Sobre estas ideas de partida, Hauser aborda la obra de arte pasando por distintas disciplinas del conocimiento: filosofía, psicología y sobre todo, sociología.
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