Con anterioridad aquí en el blog hablé de la noción de sociedad del conocimiento, aludiendo a las concepciones propuestas por Peter Drucker (ver aquí). Es siempre bueno revisar sus ideas porque podemos adaptarlas a nuestro mundo cibernético de hoy. Drucker (1909-2005), un renombrado filósofo y teórico de la gestión, austríaco de origen, dedicó una gran parte de su trabajo a analizar la transición hacia una sociedad del conocimiento. Para él, esta nueva era se caracteriza por algunos avances propios generados por las llamadas tecnologías de la comunicación y la información.
En primer término señala al conocimiento como el recurso principal de las sociedades. A diferencia de la era industrial, donde los factores de producción eran el capital, la tierra y el trabajo, en la sociedad del conocimiento, el conocimiento se convierte en el recurso más valioso. Esto lleva a valorizar la gestión del conocimiento. Las empresas e instituciones deben desarrollar nuevas formas de gestionar y aprovechar el conocimiento de sus empleados, ya que este se vuelve el motor de la innovación y la competitividad.
Como consecuencia el perfil del trabajador cambia drásticamente. Los empleados del conocimiento son activos, autónomos y buscan constantemente aprender y desarrollarse, lo cual induce al aprendizaje continuo. En esta sociedad, el aprendizaje se convierte en una necesidad constante. Las personas y las organizaciones deben adaptarse rápidamente a los cambios y adquirir nuevas habilidades.
En esta sociedad del conocimiento la economía se transforma, pasando de ser industrial a basada en el conocimiento, donde la creación y la distribución de información son las principales actividades. ¿Qué implica esto para la sociedad en general? Primero, mayor énfasis en la educación, que se vuelve fundamental para desarrollar las habilidades necesarias para la sociedad del conocimiento; segundo, nuevas maneras de trabajar: surgen nuevas formas de trabajo, como el teletrabajo y la colaboración en línea; y tercero el impacto en la cultura y la política, y, en conjunto, en la manera en que vemos el mundo y a nosotros mismos.
A pesar de los beneficios, la sociedad del conocimiento también puede aumentar la desigualdad, ya que aquellos que tienen mayor acceso al conocimiento y las herramientas digitales tienen una ventaja significativa. Por supuesto que las teorías de Drucker han tenido críticas, sobre todo desde la visión del materialismo dialéctico. Sin embargo es innegable que la noción de que hoy vivimos en sociedades donde el conocimiento es un capital de primer orden no se pone en duda.
Peter Drucker veía la sociedad del conocimiento como una transformación radical, donde el conocimiento se convierte en el motor de la economía y la sociedad. Sin embargo, también reconocía los desafíos que esta transición implica, como la necesidad de adaptación y la creciente desigualdad.
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