La palabra contracultura está muy asociada a lo sucedido en el campo de la cultura durante la década de 1960 y 1970, aunque sin duda hay antecedentes de movimientos críticos en siglos pasados y que aún hoy se pueda usar ese término. Es decir, hay tendencias que se pueden llamar contraculturales en todas las sociedades, porque el concepto de contracultura se usa para referirse a un movimiento organizado cuya acción influye a las masas y persiste durante un periodo considerable. Así pues, una contracultura es la realización de las aspiraciones de un grupo social marginal, como por ejemplo, el romanticismo del siglo XIX, la bohemia que se inició en el siglo XIX y dura hasta hoy, la generación beat estadounidense de la década de 1950, los movimientos contraculturales de los años 1960, influidos por la generación beat; el movimiento hippie nacido en la década de 1960 en Estados Unidos y el movimiento punk de finales de los años 1970 hasta hoy.
Los grupos de contracultura se oponen a los valores sociales dominantes por medio de símbolos o acciones públicas. En este sentido, desafían las normas establecidas en el seno de la sociedad a través de muchos recursos. Tales recursos pueden abarcar elementos como código de vestir, lenguaje verbal, lenguaje corporal, estilo de vida, expresiones artísticas y actividades políticas, entre muchos otros. La contracultura es probablemente tan antigua como la propia cultura, esto se puede simplificar con el hecho de reconocer la variedad de mentalidades respecto a temas en específico. Cabe mencionar que la contracultura no está contra la propia cultura, sino contra la forma en que esta se encuentra impartida. Además está presente otra discusión paralela, que es el concepto mismo de cultura.
No obstante pareciera claro que contracultura se refiere a la toma de posición, usualmente rebelde, en contra del establishment en todos los sentidos: políticos, artísticos, sociales, tradicionales. Estas actitudes, que se hicieron muy notables hace unos 50 años, aún hoy tienen resonancia, aunque en muchos casos pareciera que no han impactado de manera definitiva en las sociedades. Si bien los movimientos contraculturales aparecen como reacción y alternativa a la sociedad hegemónica, algunos de ellos no han logrado, realmente, capitalizar una transformación social. Este fenómeno es al que me referiré en la siguiente publicación.
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