El segundo de los conceptos fundamentales que los griegos desarrollaron en torno a la idea de estética, según lo vimos en la publicación anterior, es el de la experiencia estética. Este se encuentra directamente relacionado con el concepto de belleza. En general, cuando se habla de experiencia estética se hace referencia a la respuesta humana ante la percepción de la belleza. Esta es una de las cuestiones más importantes de la estética, tanto en el mundo clásico como en la época contemporánea.
En principio, los griegos no consideraron la experiencia estética como una experiencia aislada o particular. En la contemplación de objetos bellos no veían nada que la distinguiera de la percepción corriente de las cosas. La primera iba acompañada del placer, pero creían que el placer acompañaba cada acto de percibir, de examinar, de investigar o conocer. Aprehender ya en sí mismo era ya una forma de goce. Por lo tanto no diferenciaban la actitud estética de la investigadora y, consecuentemente, no tenían un término especial para ella. Para la contemplación estética usaban el mismo término que para la investigación científica: theoria, es decir, observación. De hecho, aunque algunos autores como Aristóteles hacen referencia a la experiencia estética, no poseen un término específico para definirla.
Sin embargo, consideran importante la apreciación de lo bello como aquello que refleja la belleza de lo natural. Sócrates explicó que, mientras las otras artes y oficios, como las del herrero o el zapatero, por ejemplo, crean objetos que la naturaleza no produce, la pintura y la escultura repiten lo mismo que ya existe en la naturaleza. Es decir, tienen un peculiar carácter imitativo y representativo que las diferencia del resto. En la capacidad de replicación de la belleza natural está la experiencia estética.
Por otro lado, también está la experiencia estética relacionada con lo abstracto, tal como lo señala Platón, quien dice que la belleza es una propiedad objetiva y cuantitativa que puede expresarse matemáticamente. Esta idea de belleza suponía asumir la creencia en la construcción geométrica del mundo, en la omnipresencia de los números, en la estructura geométrica y armoniosa del universo. En esta apreciación está la experiencia de lo estético.
Aristóteles, por el contrario, pensaba que la realidad es el mundo sensible, por lo tanto, a pesar de que consideraba la razón un factor importante, valoraba el conocimiento proporcionado por los sentidos. Sobre esta idea es que él entiende la experiencia estética: como un disfrute de los natural a través de lo sensorial. Otras escuelas filosóficas posteriores mantuvieron la contraposición que se dio entre quienes consideraron la experiencia estética como un acto mental de apreciación y quienes la creían parte de la valoración sensorial de la naturaleza. Definir qué es lo bello pasa entonces por diferentes tamices, entre ellos el de las mismas definiciones del arte y la técnica. Esto lleva a otro de los conceptos importantes desarrollados por los filósofos griegos durante 500 años: el de el arte. Esto lo veremos en las siguientes publicaciones.
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