En la publicación anterior hice referencia a la computación cuántica y ciertas informaciones que se han generado en los últimos años alrededor de sus características que no son muy ciertas, por lo menos no del todo. Una forma de definir la computación cuántica sería entenderla como la disciplina que estudia el uso de las propiedades de las partículas subatómicas para realizar cálculos. Entre estas propiedades se encuentra, la superposición, el entrelazamiento y la interferencia. Se pudiera decir que un algoritmo cuántico primero crea una superposición de muchas posibilidades a explorar, luego entrelaza estas posibilidades con sus resultados y, finalmente, consigue que las soluciones malas interfieran entre sí para que solo sobrevivan aquellas que nos interesan.
Pero hay que estar claros de que un ordenador cuántico no es un dispositivo mágico capaz de resolver al instante cualquier problema, que es la idea que a veces se deja colar por ciertos medios poco precisos. Claro, y esto es lo importante, tampoco es, simplemente, un ordenador más rápido. aquí es donde reside otro mito: Otra de las falacias que es habitual encontrar en los artículos populares sobre ordenadores cuánticos, es la reducción de todas sus capacidades a un mero incremento de velocidad. Aquí es donde aparecen explicaciones como que científicos desarrollan un ordenador cuántico un millón de veces más rápido que los ordenadores tradicionales. Por llamativas que puedan resultar estas afirmaciones, son en realidad erróneas.
Por un lado, es posible que para algunas tareas un ordenador cuántico no supere en velocidad a un ordenador común. Pero es que en los casos en los que un computador cuántico ofrece una ventaja sobre los dispositivos tradicionales, las diferencias no se pueden medir con un único número. Un computador cuántico ejecuta algoritmos radicalmente diferentes de los que usa un ordenador clásico. Esto hace que la ventaja del dispositivo cuántico crezca más cuanto más grande sea el tamaño del problema que queremos resolver.
Por ejemplo, la simulación de nuevos materiales o el estudio de compuestos químicos son dos de las aplicaciones más prometedoras de la computación cuántica, por su velocidad y amplitud. Se trata, nuevamente, de tareas extremadamente difíciles para los ordenadores clásicos porque el número de parámetros que describen el comportamiento de los sistemas físicos y químicos crece exponencialmente con la cantidad de partículas que los componen. Aquí sí se puede ver una ventaja. Otros campos en los que la investigación de las aplicaciones de la computación cuántica es especialmente intensa en la actualidad son la inteligencia artificial y la optimización. En específico, son varios los algoritmos cuánticos que se han propuesto para acelerar las tareas implicadas en el desarrollo de modelos a partir de grandes colecciones de datos.
En resumen, hay muchos mitos sobre capacidad, velocidad y alcance de los computadores cuánticos, pero tampoco se puede negar su uso implica un gran avance. Podemos dar por seguro que supondrá un profundo cambio en nuestra forma de calcular y procesar datos y, por tanto, una transformación radical de nuestra sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario