En las publicaciones anteriores hice alguna referencia al concepto de inteligencia y su ámbito de estudios. Aceptar una única definición no es posible, pero sí es posible tener una cierta panorámica de las muchas ideas que hay a su alrededor. Muchos estudiosos, psicólogos, teóricos y expertos hay definido la inteligencia y sus formas, por lo que es interesante revisar algunas de estas aproximaciones. La primera para reseñar es la del psicólogo inglés Charles Spearman (1863-1945), quien formuló una teoría que señala la inteligencia se compone de un factor general y otros específicos. Esta se llamó "Teoría bifactorial de la inteligencia", misma que sigue teniendo vigencia, aunque se formuló hace unos 100 años.
Spearman cree en la existencia de un factor general que interviene en todas las fases de la conducta humana y atribuye a las capacidades específicas, un papel determinante en cada actividad. Propuso así la existencia de un factor general de inteligencia (que llamó Factor G), que subyace a las habilidades para la ejecución de las tareas intelectuales. Este es un elemento cognitivo general que tiene que ver con una capacidad fundamental que interviene en todas las operaciones mentales, que representa la energía mental y se moviliza en toda tarea no automatizada. Spearman describió este Factor G como un proceso de "deducción de relaciones y correlaciones", es decir, de ejecución de tareas abstractas que consisten en hacer observaciones, extraer de ellas unos principios o reglas y aplicarlos.
Sus estudios lo llevaron así a plantear una teoría de la inteligencia que denominó Teoría Bifactorial, en la que se acepta que la inteligencia se compondría tanto de un factor general (Factor G), que sería hereditario y que se corresponde con una propiedad específica del cerebro, una especie de "energía mental" que se ubica a nivel de la corteza cerebral, que varía de un individuo a otro, pero se mantiene estable a través del tiempo; y de un factor especial (Factor S), que representa la habilidad específica de un sujeto frente a determinada tarea, que también tendría una localización específica en el cerebro.
Entonces es en ese factor general de inteligencia (Factor G) en el que que subyacen las habilidades para la ejecución de las tareas intelectuales (que en principio es hereditario, pero modificable) y por su parte es posible que la educación tenga importante incidencia el factor especial (Factor S), lo que hace cada persona tenga un inteligencia propia, diferente y característica. Así es que Spearman define la inteligencia general como "la capacidad de inferir relaciones y a partir de ellos aducir correlatos" ligada al fenómeno neural G, que considera como una energía potencial disponible en todo el cerebro y que difiere cuantitativamente entre los individuos y vendría determinada genéticamente. Es decir, nos habla de una parte de la inteligencia que interviene en muchas actividades, sin embargo, no se especializa en ninguna de ellas. A diferencia de los actores específicos o factores S, que sí lo hacen. Estos son aquellos que se corresponden con diferentes habilidades como: actividades mecánicas, verbales, numéricas, espaciales, entre otras.
Esta idea de factores específicos será tomada luego como base por otros autores para proponer diferentes forma de inteligencia específica, explicando la complejidad del funcionamiento de nuestro cerebro, como veremos en la siguiente publicación.
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