En las anteriores publicaciones he venido comentando distintos enfoques para estudiar teóricamente al cine. Uno de los más recientes y polémicos es el que aborda al cine desde el punto da vista del género sexual. Hay toda una discusión respecto al uso de la imagen femenina en el cine, la discriminación, el machismo y el abuso en la industria cinematográfica, sin nombrar el cine pornográfico, donde eso es más evidente aún.
Se sabe que de alguna manera el movimiento feminista pone al descubierto la marginalidad de la mujer y
su silencio sobre sus gustos e intereses dentro de la sociedad
que se considera patriarcal, y expone esa creatividad reprimida de la mujer; por lo
tanto, se plantea una lucha entre sexos sobre las estructuras
socioeconómicas dominadas, hasta entonces, por el hombre. Uno de esos campos es el de la comunicación y el cine. Aclaremos que el término género se refiere aquí a los sexos, no a los géneros cinematográficos (acción, drama, comedia, ficción, terror y demás).
Así, el cine es visto como generador de una imagen de la mujer, controlada hasta entonces por el hombre. Pero notablemente es ahí donde las mujeres ven la posibilidad de poder mostrar al mundo su propia mirada a través de documentales, testimonios, referencias biográficas o incluso en películas de ficción, y así poder analizar a través de la imagen de la mujer creada por el hombre todos los estereotipos y códigos que les han sido asignados a lo largo de la historia. En el cine clásico el hombre observa, la mujer es observada, se muestra a los ojos de los demás. Pero asumiendo los retos y las transformaciones que se dan a partir de la década de 1960, las mujeres que van asumiendo el papel de directoras de esa época, usan los temas de su actualidad del mundo de la mujer para adaptarlos cinematográficamente. Por tanto, se puede ver que una mujer podía, incluso, sentir placer al ver en la pantalla y lograr identificarse con un personaje femenino que sea fuerte e independiente. Es ella la que controla los progresos del film y llegar al final como la heroína y que su condición de mujer ha sido fundamental para poder salir victoriosa, alejándose así de la imagen de víctima.
Algunas de las directoras feministas salidos en los últimos 40 años no creen que la mejor forma de valorar el género sea exaltando la importancia que puede llegar a tener un personaje femenino, sino atacando al cine patriarcal directamente. Es aquí cuando nace, se crea, un contra cine feminista que desafía al cine clásico hecho hasta entonces, en particular al de Hollywood. A raíz de estas posiciones y de los cambios que se han concretado en el siglo XXI, se puede decir que hoy una lectura feminista del cine consiste en resaltar lo obvio y natural con el fin de mostrar sus contradicciones y su finalidad. Así pues, lo que se define ahora como "contra cine feminista" profundiza en la desestabilización de ese modelo patriarcal a través de las manifestaciones evidentes y de la transgresión. Es toda una nueva teoría para entender algunas expresiones del cine contemporáneo.
Pero además de estos enfoque, también el análisis fílmico ha desarrollado otras visiones, como las ontológicas, las metodológicas y las de campo, que son fundamentalmente epistemológicas, como veremos en las siguientes entradas en el blog.
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