Como vimos en la otra publicación, uno de los enfoques para estudiar el cine es aplicando lo que se define como Teoría Formalista, donde la forma es lo relevante en el film. Por su parte, hay otra aproximación, que resalta el hecho documental. Es la la llamada teoría cinematográfica realista. Aquí se asume que la función principal del cine es registrar la realidad de manera lo más fiel posible. Se considera que precisamente es en la capacidad del cine de aproximarse mucho a la realidad donde reside su gran ventaja y su mayor capacidad expresiva respecto a otras artes. Esto no niega la concepción artística del cine, todo lo contrario. A lo que se niegan es a subordinar el carácter fotográfico del cine a sobrecargas estéticas, a asociar el cine con artes como la pintura o la música, pues según ellos son disciplinas demasiado distantes en su raíz. Al igual que los formalistas, entre los realistas hay grandes teóricos fundamentales para comprender el cine.
Uno de ellos, muy importante, es el crítico francés André Bazin (1918-1958), creador de la revista Cahiers du Cinéma. Su pensamiento, recogido en diversos artículos, ensayos, conferencias, entrevistas y conversaciones, está publicado en su obra capital ¿Qué es el cine?, en cuatro volúmenes, desde 1958 a 1962. En esa obra, se puede ver cómo Bazin aprecia a aquellos directores que saben poner todos los elementos de los que le alimenta el arte cinematográfico para poder captar la verdadera esencia de la realidad y del mundo. En contraste con Eisenstein, Bazin considera que es la profundidad de campo y no el montaje la gran herramienta cinematográfica. No reniega del montaje, pero piensa que es una manera de forzar la realidad que en muchas ocasiones no es conveniente. Bazin siempre prefiere la composición de la imagen en profundidad (deep focus), pues le permite encuadrar una parte de la realidad de manera más directa, sin intervenciones que puedan suponer un desvío o una mala interpretación. Finalmente, resalta el realismo como gran valor de la obra cinematográfica.
Otro gran realista es Siegfried Kracauer (1889-1966), escritor, periodista y teórico alemán, cuyo libro Teoría del cine, de 1960, es claro en esa posición: la reivindicación de la realidad física. Esto determina su postura respecto al cine. Para él, el verdadero cine es el que registra aspectos de la realidad física. Aplaude innovaciones técnicas como el color y el sonido porque consiguen una mejor captación de la realidad por parte del cine. Es un autor bastante radical, pues niega la condición de verdadero cine a cualquier película que se aparte de los postulados que propone. La idea esencial de Kracauer es que cada medio artístico tiene un carácter propio, una naturaleza específica que favorece cierto tipo de sujetos y excluye otros. El cine, basado en la fotografía, de la que es un avance técnico, esta equipado como ningún otro arte para grabar y revelar la realidad física, y por eso gravita hacia ella. Kracauer cree en un cine que sigue esta tendencia realista del medio artístico, mientras que duda de todo artificio, pues el fin del cine es ofrecernos una visión lúcida de la realidad material en que vivimos, en lugar de fabricar un mundo fantástico en el que refugiar nuestra frustración cotidiana. Al cine como comodidad y producto de entretenimiento opone Kracauer el cine como revelación.
Para los teóricos realistas, entonces, el verdadero cine es aquel que registra la realidad, bien sea de forma documental o reproduciendo sus vivencias, fiel a lo que es el mundo real. Buenos ejemplos son el cine realista soviético, el italiano o el francés. Por otro lado, el cine de fantasía o de entretenimiento no es arte, es solo ilusión o consumo. Los grandes directores son aquellos capaces de reconstruir la realidad, no aquellos que buscan evasión o melodrama. Naturalmente, esta tampoco es una teoría definitiva, como veremos en la siguiente publicación.
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