Rembrandt es seguramente el más notable pintor holandés, y uno de los hitos de la pintura barroca; un hombre que en su tiempo alcanzó un gran éxito y una holgada posición económica, aunque al final de su vida entró en un declive que le afectó financieramente y personalmente, incluyendo algunos líos judiciales que en mucho le perjudicaron.
Sin embargo la mayor parte de su vida fue alegre y feliz, y se nota en la mayoría de sus obras. Comenzó sus estudios de pintura con menos de 15 años de edad, y hacia 1625 ya tenía su propio taller, aunque seguía estudiando. Diez años después ya era un artista famoso, y era solicitado para hacer retratos de gente adinerada y noble. Es en este período que asienta su estilo, y va demostrando que su visión plástica es única y especial.
Rembrant produce entonces una serie de cuadros excelentes, que tendrán mucha influencia en la estética del siglo XVII, y que hoy en día siguen siendo objeto de estudio y admiración. Pero es probablemente su "Ronda de noche" el que más trascendencia ha tenido. Pintada en Ámsterdam entre 1640 y 1642, mide hoy en día 359 cms. de alto por 468 cms. de base, aunque cuando se pintó era más grande (la cortaron años después para hacerla entrar en un bastidor, pero quedaron copias del original en pequeña escala), y en ningún momento Rembrandt pretendió ilustrar una ronda de guardia en la noche... La imagen representa un momento normal de la vida común de una ciudad holandesa, Amsterdam en este caso, y los personajes son de la sociedad y la comunidad que participan en esta acción, que es de tarde... El color oscuro lo adquirió con el tiempo, con las capas de polvo adheridas y las malas iluminaciones.
Pero aún a pesar de todo ellos, es un lienzo que está lleno de detalles, de dinamismo, con un ambiente excelentemente bien logrado, las figuras tremendamente expresivas, y con una técnica magistral. El capitán y el teniente aparecen adelantados al grupo, dando una señal para que avancen todos. Los miembros de la compañía, dispuestos en varios planos en profundidad, están realizando acciones diversas. Un juego de diagonales se entrecruza con la disposición en planos en profundidad, llenando de actividad la escena; el bullicio, la desorganización de la partida, se acrecientan con la aparición de elementos ajenos a la compañía: una niña, un perro y espectadores. El uso de las luces, los colores y las sombras aún hoy es extraordinario.
Rembrandt presenta la imagen con gran atrevimiento. No es un grupo ordenado, sino un desorden bastante animado, como si se hubieran reunido apresuradamente y se prepararan a marchar. Es una pintura muy grande, lo cual la hace impresionante. Las figuras son de tamaño natural o ligeramente mayores, por lo que al contemplarlo uno termina sintiéndose parte de ese encuentro. Sin duda contiene una gama de logros pictóricos, de sensaciones, de sorpresas que lo hacen un cuadro imprescindible en la historia de la pintura.
Así es como debe haberse visto en 1642, al presentarse al público. Todo un impacto en su época...
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