sábado, 22 de octubre de 2022

El Principio de Rebus (y 2)

En la publicación anterior hice mención del Principio de Rebus al hablar de los lenguajes y su escritura. Sabemos que las primeras formas de escritura en las antiguas civilizaciones (asiria, china, egipcia e incluso la maya), consistían en la representación gráfica de formas visibles de manera sintética. A esto se llega desde las primeras pinturas rupestres de las cuevas paleolíticas, que con los siglos se fueron transformando en signos abstractos.  Así se pasó del dibujo a la pictografía y de ahí a los jeroglíficos y símbolos complejos.

Al inicio de los sistemas de escritura, la graficación consistía en hacer la imagen de algo para representar ese algo, por ejemplo, la imagen de una espiga para transmitir la idea de una espiga. Sin embargo, eso no era posible para representar conceptos abstractos que no podían ser representados gráficamente. Es aquí donde empieza a generarse un proceso de abstracción, que primero surge de la combinación de signos (dos árboles para la palabra bosque, el sol y el horizonte para mañana) y luego pasa a una idealización compleja, como en el caso de los ideogramas, donde el concepto y el sonido de la palabra de asocian a un símbolo cada vez más abstracto.

Pero llega un momento en que es necesario escribir y registrar ideas complejas, que no tienen relación visual clara con imágenes o combinaciones de ellas, y aparece entonces un recurso muy original que consiste en asociar el símbolo al sonido y son al sentido, por lo que las palabras se pueden escribir según su homofonía: palabras que suenan igual pero significan cosas distintas. En español y en todos los idiomas tenemos muchos ejemplos ("casa" y "caza"; "baca" y "vaca") y en los idiomas antiguos se daba bastante, por lo que la representación de algo pasaba a ser su sonido y podía significar, según el acuerdo a que se llegara, otra cosa, incluso una sílaba que iba a combinarse con otras.

Este mecanismo es el que se conoce como el Principio de Rebus, de la palabra latina rebus, que viene a significar "una cosa por otra". De hecho, la noción de signo tiene que ver con eso, una sustitución. Una vez que las escrituras visuales se fueron complejizando, las diferentes culturas dieron el salto de escribir conceptos abstractos identificando los sonidos similares que utilizaban para nombrar cosas conocidas. Y el paso siguiente fue aplicarlo a toda la escritura. De esta manera una imagen puede representar diferentes cosas y no sólo el objeto de la imagen.

Conocemos bien cómo fue el caso de la escritura egipcia, como ejemplo. Aplicado a los antiguos jeroglícos, sería como usar la imagen de un 'cordel' o 'lazo anudado', que se pronunciaba aproximadamente como onj o anj, para representar el concepto abstracto de "vida" ("anj") aprovechando su correspondencia homofónica. Una manifestación de uso más compleja, es el de agrupar más de un elemento para comunicar algo completamente distinto a sus originales. Por ejemplo, escribir "hermosa" en sumerio (sonido sheh-ga) utilizando dos pictogramas, una espiga de cebada (sonido essheh) y una ubre de vaca usada para decir leche (sonido oga). Notablemente este fenómeno se dio de manera similar en culturas distantes y separadas en el tiempo, lo que demuestra que las civilización tiene hitos paralelos sin importar su momento y lugar.

El Rebus está detrás de todos los antiguos sistemas de escritura y su aplicación permitió transformar dibujos en palabras escritas. La evolución de pictogramas a sonidos, de sonidos a sílabas y de ahí a letras, permitió el nacimiento de la escritura. El surgimiento del alfabeto es el siguiente paso, un salto que contribuyó enormemente al desarrollo de la humanidad.





No hay comentarios:

Publicar un comentario