Para él la comunicación se puede conceptuar, inicialmente, como un mensaje (M) emitido por un comunicador (C) que da lugar a una vivencia (un efecto) en un receptor (R). Esto es similar a los modelos de las escuelas estadounidenses de mediados del Siglo XX. La diferencia es que concibe la comunicación como un proceso psicosocial que articula las relaciones de influencia entre aspectos o conceptos básicos, como son la situación de la recepción del mensaje; la situación de la producción/emisión y, finalmente, la situación compleja de todo el conjunto.
Maletzke presenta al receptor en su dimensión individual, como sujeto con características que le sitúan con singularidad ante el hecho de la percepción o recepción del mensaje. Esa dimensión individual no es la única considerada, ya que el receptor forma parte de estructuras sociales compartidas y de segmentos de audiencia mediática. También influye la imagen que el receptor tiene del comunicador, la credibilidad que le asigna. El comunicador, por su parte, aparece con un relativo nivel de autonomía en el esquema, que no sólo toma en consideración las características del medio, su especificidad a la hora de seleccionar y valorar la información, sino que maneja el interés y la naturaleza de sus audiencias. Por último, Maletzke destaca en el proceso de la comunicación y sus efectos sobre el receptor el papel del medio en sí, su naturaleza específica, el valor comunicativo de sus extensiones tecnológicas.
Así, los elementos del modelo son, como se observa en el gráfico, el comunicador, el mensaje, el medio y el receptor. Maletzke concibe esencialmente la comunicación como el proceso de encuentro entre dos individualidades sociales dotadas de personalidad: el comunicador y el receptor. Aunque los considera como factores que se influyen entre sí, no les asigna igual importancia, porque los factores sociales y del medio pueden afectar enormemente a la comunicación (sean esos factores intereses económicos, política del medio, naturaleza de la organización, contexto social de la comunicación, y otros específicos de la situación en que se da el proceso). Dado que el receptor no es un individuo aislado, sino que se encuentra integrado, por un lado, a numerosas relaciones sociales y, por otro lado, forma parte de un público disperso, que debe ser visto como un elemento dinámico y psicológico, afectado por las características tecnológicas del medio de comunicación que le influye, que determina sus modos de conducta y vivencias. Maletzke señala que el receptor está bajo la “compulsión del medio”. Por último, el receptor tiene una imagen del medio de comunicación, que es, finalmente, quien termina moldeando todo del proceso.
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