La radio como medio, tanto en el espacio analógico como en el digital, tanto en la Web como en sus modos originales, conserva un elemento que le sigue haciendo ver único ante los demás medios. Es ese elemento que viene dado por el sonido, que no está ligado a la imagen sino a la evocación. Sin duda la palabra es capaz de construir historias, visiones, ambientes, espacios e ideas. Aunque en la radio no haya una interlocución directa (cosa que es característica de la comunicación mediada), hay una relación entre locutor y escucha que termina siendo más íntima que en otros medios.
Las formas dialógicas, es decir, aquellas referenciales que son capaces de remitir a acciones o conceptos, son típicas en la radio. Son estrategias para simular la presencia. Se dan desde el uso de ruidos y sonidos onomatopéyicos hasta en técnicas como tararear, dirigirse directamente a los oyentes o fingir diálogos para construir complicidad. La idea es que el escucha se convierta en un participante imaginario dentro del mundo de los personajes y se integre al resto de la audiencia. Es interesante porque se da la doble condición de masividad e individualidad en la audiencia. Esto es el dialogismo en la radio.
El discurso radiofónico, de manera paralela al textual y lingüístico, es como un sistema de diálogos y referencias, que comprende tanto la representación de los estilos del emisor como la representación mental de los receptores, bien sea en sus concepciones concretas, inseparables del lenguaje, como en las directamente referidas por las palabras. Esto hace que el escucha se sienta parte de un universo del cual es a la vez unidad y multitud. Algo muy característico y casi exclusivo de la radio.
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