Ayer referí una cita de Otl Aicher (también conocido como Otto Aicher, 1922-1991), que aludía a cierta concepción del diseño en general, tal como ha variado en el siglo XX. Pero además de ser un teórico, el alemán fue un gran diseñador gráfico. Se le considera uno de los pioneros en el concepto de "identidad corporativa", y estableció muchas de las ideas que han sido usadas para el grafismo comunicacional de las últimas décadas.
Estudió escultura después de la Segunda Guerra Mundial, y con Max Bill y un grupo de intelectuales, creó en 1953 la Hochschule für Gestaltung, la HfG de Ulm, Escuela Superior de Proyectación y Diseño que sentó bases originales en campos como el arte, la arquitectura y el diseño gráfico, hasta su cierre en 1968. A diferencia de la Escuela de la Bauhaus, descartó el arte y la exaltación de la forma por sí misma de sus aulas, y se consagró a la función y a la inserción del diseño como factor fundamental en el mundo industrial y de la comunicación visual.
Su obra abarca desde las imágenes corporativas de Braun, Lufthansa, y ERCO, hasta el diseño comunicacional de los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. Este último es un hito en su área. En la década de 1980 recibe un encargo importante, esta vez por parte de la marca Bulthaup. A Aicher se le debe el lanzamiento del llamado System b, un sistema de cocinas basado en una reevaluación del trabajo en la cocina. Basado en la ergonomía, él convierte a la cocina en un espacio vital, en vez de un punto de trabajo.
A lo largo de su vida también escribió varios libros, y dejó una obra teórica importante: Sistemas de signos en la comunicación visual, junto a Martín Krampen (1977), El mundo como proyecto (1991), La cocina para cocinar (1985) o Analógico y digital, también de 1991, justo su último texto, y que he citado con anterioridad aquí en este blog, dado su valor para estos tiempos analógicos y digitales.
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