Como señalé en una publicación anterior, al hablar del modelo sosciosemiótico de la comunicación, nombré al estudioso Miguel Rodrigo Alsina, y su análisis en tres etapas del mismo, propuesto en 1989: producción, circulación y consumo. Cada fase a su vez está compuesta por diferentes factores. La primera fase, de producción de la comunicación, implica una serie de políticas usualmente inducidas por grupos sociales, muchas veces dominantes o hegemónicos.
En tal sentido señala Alsina que las industrias de la comunicación son claves en este proceso sociosemiótico. En éstas se origina la producción. Son las que generan los discursos que se plasman en los medios masivos, configurándolos con ciertos criterios de interés particular, con formas, contenidos e intenciones ligadas a las clases que los producen. Hoy en día están muy ligadas a la tecnología. Las industrias de producción de la comunicación responden a una lógica ideológica característica del sistema económico imperante.
Luego señala Alsina que esa producción a su vez se debe a una organización de la industria, que incluye tres elementos: la programación (esto es contenidos, selección de la información, tratamiento, relevancia y espacios y tiempos de difusión); la tecnología (que influye en la manera como cada medio construye y transmite los mensajes); y las políticas (que implican una constante negociación y selección, tanto más cuando los públicos influyen en los requerimientos de los contenidos). Toda esta organización a su vez necesita un equipo de trabajo que decide en función de variables, que a veces no se pueden controlar.
Finalmente está el producto comunicativo propiamente dicho, que según Miguel Rodrigo Alsina es el hecho clave en el proceso, pues es la consecuencia de las operaciones sociosemióticas que integran características y técnicas discursivas. Esto implica la selección de los contenidos y las estrategias discursivas que llevarán a su presentación. Se elaboran en función de las necesidades representacionales del emisor, considerando la imagen que se quiere crear en el perceptor, para que acepte el mensaje.
Los diversos tipos discursivos (programas, contenidos, entretenimiento y afines) están codificados según el medio y el modelo que el emisor elige para las condiciones y características de sus destinatarios, que incluyen sexo, edad, interés, gustos y grupo socioeconómico. Ello implicará a su vez la elección de los elementos de circulación, que veremos en una próxima publicación.
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