Una cuestión debatible, es la manera cómo considerar a la estética dentro de un rama de la filosofía. De hecho, tampoco es fácil considerarla en sí como parte de una filosofía. La palabra ESTÉTICA termina abarcando varias cosas, a pesar de que su espacio como forma analítica, descriptiva y sensorial parece estar claro. Las definiciones sencillas abarcan tres aspectos: lo relativo a la percepción o apreciación de la belleza; la ciencia que estudia lo bello y las teorías filosóficas del arte; y el conjunto de de elementos estilísticos y temáticos que identifican a un autor o movimiento artístico determinado.
En mi caso, he tratado de desprenderme de los conceptos de belleza para la definición de estética, dado lo subjetivo de este concepto y sus valores o aplicaciones. Como teoría filosófica, la estética tiene un problema, que su objeto de estudio, el arte, también es de difícil delimitación. Por ello tampoco apela a la filosofía. Prefiero la definición que aborda el aspecto sensorial perceptivo desde el punto de vista identificativo, como método de clasificación y de identificación, que resulta más práctico y útil. Es decir, la tercera que acoté.
Claro que es imposible negar la discusión sobre lo bello, y sobre el arte como filosofía, pero su abordaje es tan complejo que abre puertas a muchas disertaciones que pueden resultar, tal como lo dijo una vez Ludwig Wittgenstein, pura palabrería. Dice él, que el sentido de una genuina actividad filosófica es desenmascarar la falta de sentido filosófico de ciertas teorías y enseñar a la gente a comprender y hablar sobre esos temas.
Karl Popper a su vez señaló que la filosofía debe responder a problemas y no enfrascarse en pseudo proposiciones que, si bien no son falsas, resultan de la combinación de palabras y propuestas sin un verdadero significado. En esta dirección es que se aborda el concepto de estética que analizaré en la próxima publicación.
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