La tradición, entendida como la creación y transmisión en el tiempo de noticias, composiciones, doctrinas, ritos o costumbres, asociadas a algún tipo de sabiduría, es una de las formas de abordar y conservar el conocimiento. La tradición es también una de las maneras como se estudian los fenómenos en las ciencias sociales. Implica un abordaje diferente al del racionalismo, por ejemplo, que trata de explicar los hechos desde un punto de vista razonado y no casual.
El filósofo británico, de origen austríaco, Karl Popper (1902-1994), en su libro de 1972 Conjeturas y refutaciones, dedica un capítulo, "Hacia una teoría racional de la tradición", a analizar cómo la tradición puede considerarse un vía para entender las sociedades y sus conocimientos. Lo primero que señala Popper es la diferencia entre el racionalismo y el tradicionalismo, y la validez de ambas posturas. A su vez afirma que hay dos actitudes posibles hacia la tradición: una es aceptar una tradición sin crítica, aún sin ser consciente de ello. Esto sucede casi sin ser notado, porque muchas veces no notamos que estamos ante una tradición y se acepta su contenido como hecho. La otra es enfrentar la tradición con una actitud crítica, que puede luego resultar en su aceptación, rechazo o compromiso. En este caso se puede tratar incluso de replantearla.
Popper cree que no es posible liberarse totalmente de las influencias de las tradiciones. En el campo social, la "liberación" de una tradición es, realmente, el cambio de una vieja por una nueva. Lo que es posible es liberarse de los tabúes de una vieja tradición. La crítica contribuye a eso. Por esto es importante la reflexión y las consecuencias que ello trae sobre el racionalismo ante el tradicionalismo. Este problema es clave en el establecimiento de una teoría de la tradición, que tiene otras consideraciones, como veremos en la próxima publicación.
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