Una de las maneras de entender al cine y su estética es relacionar la idea de lo "bello" desde lo sensorial con los componentes del lenguaje cinematográfico, más allá del propio contenido del film. Es decir, considerar las aspectos audiovisuales estructurales y de la técnica, sin apreciar el guión o la actuación. Estos elementos (los propios del lado comunicacional de la película) corresponden a un estudio discursivo más que estético. Según Jacques Aumont, en el texto al que hice referencia en la anterior publicación (Estética del cine, de 1985), la teoría del cine abarca múltiples aspectos: montaje, espacio fílmico, narración, lenguaje y estética. De hecho, plantea que puede hablarse de varias posiciones teóricas según los elementos que se consideren.
Respecto a la estética, afirma que el estudio de los filmes contiene implícita una concepción de lo "bello", y, por consiguiente, del gusto y del placer tanto del espectador como del que analiza teóricamente lo que percibe. Depende de la estética general que se asuma como disciplina filosófica. Ello puede concernir al mismo análisis que se haga de cualquier expresión del arte.
Naturalmente, explicar la estética del cine es bien complejo, puesto que cada enfoque incluye distintas vertientes, como ya se ha visto, pero lo importante es destacar que además de medio de comunicación, el cine es una práctica que va más allá de la técnica y la descripción. Por lo tanto hay que ir más allá del sentido ideológico o crítico (que aplica también a la industria), para alcanzar una visión que abarque más allá del lenguaje y de la belleza. Toda concepción global, que abarca estilos, belleza subjetiva, lenguajes y sensorialidad audiovisual.
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