Uno de los temas que genera mayores discusiones al entender el uso de la inteligencia artificial es su aplicación en la educación. No tanto por los aspectos positivos, que los hay y muchos, sino por les negativos, que también los hay muchos. El debate que se plantea en todo en el terreno educativo va desde el plagio hasta al avance en el aprendizaje múltiple. La presencia de estos programas tecnológicos de inteligencia artificial obliga a rediseñar muchos procesos dentro y fuera del aula. Actividades clásicas como "leer un capítulo y sintetizar su contenido" o "hacer una composición escrita de mil palabras sobre la Revolución Francesa" tienen que ser reformuladas para explotar la capacidad de la inteligencia artificial de procesar información y generar textos en bruto que luego sirvan a los estudiantes.
Surgen entonces las preguntas: ¿Tendrán sentido las tareas escolares? ¿Deberán los docentes convertirse en inspectores de originalidad buscando detectar si fue la inteligencia humana o la artificial quien resolvió las consignas? ¿Deberán plantear un modo diferente de formularlas? Son cuestiones legítimas que se suman a la larga lista que las innovaciones tecnológicas generan, en cada momento, sobre las escuelas. Como es usual, son inquietudes que deben considerarse dentro de un cuadro más general de reflexión sobre la relación (pasada, presente y futura) entre las tecnologías y la escuela.
El asunto está en pensar en el aprovechamiento de la IA. Más que hablar de sustitución debemos comenzar a razonar y a actuar en términos de integración crítica (en oposición a la exclusión acrítica que propone, por ejemplo, volver a las evaluaciones con bolígrafo y papel del siglo XX). Por otro lado, los maestros también están asustados. El miedo a la sustitución laboral es comprensible, pero cuando se analizan en detalle las transiciones del pasado los procesos afloran en toda su complejidad. Una tecnología termina complementando a las ya existentes.
Pero en el campo de la tecnología educativa esta transformación es más fuerte y más rápido, por lo que sin duda hay que enfrentarla con una nueva mentalidad. La inteligencia artificial es una potente herramienta que debe facilitar las tareas pero que también modificará nuestra forma de pensar y percibir el mundo. Así como la televisión o la World Wide Web cambiaron nuestra concepción del tiempo y del espacio, la inteligencia artificial remodelará nuestra manera de abordar la resolución de problemas y la búsqueda de respuestas a todo tipo de interrogantes. Y eso, en el campo de la estructura educativa será, sin duda, más trascendental.
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