En una publicación anterior cité al escritor y político británico Joseph Addison (1672-1719), quien en 1712 publicó Los placeres de la imaginación, un libro donde aborda las visiones de lo estético, lo bello y lo placentero desde un punto de vista filosófico anterior a Kant y a Baumgarten, en una visión muy emocional. Entre muchas cosas, afirma:
"Los placeres de la imaginación, tomados en toda su extensión, no son tan groseros como los de los sentidos, ni tan refinados como los del entendimiento. Los últimos son, en verdad, más preferibles, porque se basan en algún nuevo conocimiento o mejora en la mente del hombre; sin embargo, hay que confesar que los de la imaginación son tan grandes y tan arrebatadores como los otros. Una hermosa perspectiva deleita el alma, tanto como una demostración; y una descripción de Homero ha encantado a más lectores que un capítulo de Aristóteles. Además, los placeres de la imaginación tienen esta ventaja sobre los del entendimiento, que son más evidentes y más fáciles de adquirir. No es más que abrir el ojo, y entra la escena. Los colores se pintan solos en la fantasía, con muy poca atención de pensamiento o aplicación de la mente en el espectador. Nos sorprende, no sabemos cómo, la simetría de cualquier cosa que vemos, e inmediatamente asentimos a la belleza de un objeto, sin investigar las causas y ocasiones particulares de la misma".
Es una opinión aún vigente sobre nuestra percepción de la belleza y el arte, vistas desde lo sensorial pero más allá de la simple estimulación de los sentidos.
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