Recientemente ha crecido una corriente de pensamiento o filosofía que surgió en la era del Big Data, llamada "Dataismo" o datismo y que considera que los datos son la autoridad suprema. En esencia, el dataísmo propone que todo en el universo puede entenderse mejor a través del análisis de grandes cantidades de datos. Para este movimiento conceptual, los datos son fuente de verdad. Los dataístas tienden a creer que los datos objetivos y los algoritmos son más confiables para tomar decisiones y comprender la realidad que las creencias tradicionales, la intuición humana o la filosofía.,
Se considera al flujo de información como valor supremo. Así, la libre circulación y el análisis de la mayor cantidad posible de información son esenciales para el progreso y la mejora de la sociedad. También se entiende al ser humano como algoritmo. Desde una perspectiva dataísta, los humanos pueden ser vistos como complejos algoritmos bioquímicos, y sus acciones y decisiones pueden analizarse a través de datos.
Es importante ver a la inteligencia artificial como nueva herramienta de procesamiento de datos. La IA y los algoritmos se toman como como guías. Se deposita una gran confianza en la capacidad de la inteligencia artificial y los algoritmos para procesar datos masivos y revelar patrones y soluciones que los humanos no pueden percibir. El dataísmo sugiere que, con suficientes datos, se podrían tomar decisiones más informadas y eficientes en todos los ámbitos, desde la medicina y la política hasta las relaciones personales.
Es posible destacar algunos ejemplos que justifican esta visión. Uno es la medicina personalizada. El análisis de grandes cantidades de datos genómicos, historial médico y estilo de vida de los pacientes para ofrecer tratamientos más precisos y efectivos. Otro es el mercadeo predictivo. El uso de datos de comportamiento del consumidor permite predecir tendencias y personalizar ofertas de productos y servicios. También se aplica en los llamados sistemas de recomendación, algoritmos que analizan las preferencias y las de cientos de usuarios para sugerir películas, música, libros o productos.
Otros ejemplos que confirman las ideas datistas son las plataformas de redes sociales. El análisis de datos de interacción para personalizar el contenido que se ven ayuda a optimizar los algoritmos de publicidad. Igualmente, la recopilación y el análisis de datos sobre el tráfico, el consumo de energía y otros aspectos urbanos puede mejorar la eficiencia y la calidad de vida, fomentando las ciudades inteligentes.
Es importante tener en cuenta que el dataísmo también ha generado críticas y debates. Algunas preocupaciones que se destacan son la posible pérdida de la intuición y el juicio humano, los riesgos para la privacidad y la seguridad de los datos, la posibilidad de que los algoritmos refuercen sesgos existentes en los datos y el peligro de reducir la complejidad humana a meros datos.
El término "dataísmo" fue popularizado por el historiador israelí Yuval Noah Harari en su libro de 2015 Homo Deus: Breve historia del mañana, donde lo describe como una posible nueva religión o ideología emergente en el siglo XXI. Básicamente es la creencia en el poder supremo de los datos y los algoritmos para comprender y mejorar el mundo. Si bien esta visión ofrece potencial para avances significativos, también plantea importantes interrogantes sobre el papel de la humanidad en un mundo cada vez más impulsado por los datos, como veremos en la siguiente publicación.
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