Eliseo Verón, filósofo argentino (1935-2014), autor de varios libros sobre sociología, semiología y comunicación, explica en su libro de 1993 La semiosis social, los elementos que la definen como un proceso de asociación de signos para la producción de significación interpretativa dentro de grupos culturales, y su influencia ideológica en la producción de discursos sociales. Esos elementos, que son tres (la lingüística y lo ideológico; el discurso y el signo; y la pragmática), tienen en su factor definitorio, la pragmática, su valor contentivo.
En ese sentido, Verón señala que el análisis de los discursos (o productos discursivos), consiste en la descripción de las condiciones de cómo se producen, mismas que tienen que ver con su generación o con su recepción. Un objeto significante, en sí mismo, admite una multiplicidad de análisis y lecturas: solo deviene legible en relación con algo que no está en el objeto mismo, es decir, con criterios que se deben explicitar y que tienen que ver con sus condiciones productivas (sea en producción o en reconocimiento). Es en este sentido en que funciona la pragmática; no sólo la puesta en práctica sino su consecuencia en la creación de una realidad social semántica.
Todo ello está ligado finalmente, a los sistemas de relaciones que todo producto significante mantiene con sus condiciones de generación y con sus condiciones de reconocimiento. Aquí está la pragmática social. Tanto de un lado (la creación del mensaje) como del otro (la percepción y reconocimiento semántico), tenemos siempre discursos cargados de sentido. Este sentido es el que lleva a definir la semiosis social. Los discursos nunca están aislados, los mensajes no son hechos particulares. En toda comunidad se generan contenidos con diversidad de significados, con reglas y con trascendencias. El resultado de esa conjunción es el que permite a Verón concluir su análisis sobre la teoría de los discursos sociales, con la que cerraremos el tema en la próxima publicación.
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