En su libro de 1953, Eros y civilización, el filósofo y sociólogo judío de nacionalidad alemana y estadounidense, Herbert Marcuse (1898-1979), toca, entre otros temas, el de la dimensión estética en la cultura del siglo XX. Desde su punto de vista, en el que la civilización es una forma de controlar el Eros, lo estético es esencialmente irrealista. El principio de realidad, que confronta al de la imaginación, en el establecimiento de formas de represión, se confronta con la idea de una estética que venza al Tánatos. Marcuse cree que los valores estéticos pueden funcionar en la vida bien como adornos, bien como actos de liberación y valoración, pero en el campo de la cultura terminan siendo formas de actuación.
No obstante, Marcuse reconoce que es importante decidir qué concepto de estética debemos aplicar, puesto que la idea formulada por los pensadores del siglo XVIII no es la que se aplica hoy. El concepto de estética ligada al genio o al esteticismo bohemio, que se resaltaba a mediados del siglo pasado, termina siendo el resultado de una represión cultural de los contenidos y verdades que no tienen que ver con las expresiones múltiples y diversas que la actuación contemporánea nos hace entender. Por lo tanto, Marcuse deshace la idea de una estética esteticista, buscando el origen del término, para derivar luego en un enfoque psicoanalítico que demuestra lo represivo que puede resultar la cultura.
Para partir de la noción básica de estética, se ha de encontrar el sentido original y la función de lo estético. Dice Marcuse: "Esta tarea envuelve la comprobación de la relación interior entre el placer, la sensualidad, la belleza, la verdad, el arte y la libertad -una relación revelada en la historia filosófica del término estético". Aquí se aplica a un campo que aspira a preservar la verdad de los sentidos, reconciliando las facultades "superiores" e "inferiores" del hombre (el intelecto y la sensualidad) en la realidad de la libertad. Para esto Marcuse apela a Baumgarten y a Kant, señalando que esta idea refleja el antagonismo básico entre el sujeto y el objeto que se presenta que la dicotomía de las facultades mentales y sensoriales: sensualidad, comprensión, deseo y conocimiento. Es decir, lo que puede verse como la dupla entre la razón práctica y la teórica. En la próxima publicación, veremos que implica esta formulación de lo estético en el campo de la dimensión represiva de la sociedad.
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