Allí trabajó con el perfumista y cosmetólogo franco-inglés Eugéne Rimmel (sí, el del rimmel para los ojos), quien le financió una imprenta en París para su producción de afiches. Este impulso le permitió adquirir las mejores máquinas, y con una excelente tecnología, realizó también excelentes trabajos. Esta libertad potenció su creatividad, y entre 1866 y 1900 realizó unos mil carteles, para espectáculos, marcas publicitarias, panfletos y óperas. En este último segmento destacó su afiche para la producción teatral La Biche au bois ("La cierva en el monte"), protagonizada por la novel cantante Sarah Bernhardt en 1866 (luego Alfons Mucha haría varios carteles con ella de figura central a finales de siglo). La capacidad creativa de Chéret destacó entre sus contemporáneos, con el uso de colores y formas totalmente audaces para su época.
Él también es considerado como uno de los primeros impulsores de la liberación femenina, porque sus carteles reflejaban e impulsaban el nuevo papel activo que estaban teniendo las mujeres en la sociedad finisecular. Con una estética libre usando técnicas frescas, creó imágenes que aún hoy son hermosas y comunicativas. Produjo algunos afiches de hasta dos metros de altura, y en otros casos logró tiradas de hasta 200 mil ejemplares. El uso de la tipografía, su dinamismo cromático y la sensualidad de sus formas le identifican claramente, y marcaron a una generación. En sus últimos años se dedicó a la pintura, y murió tranquilamente en Niza a los 97 años de edad, dejando todo un legado que sigue siendo valioso de estudiar y que marcó toda una era.
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