En las últimas dos décadas, los ordenadores, la internet y los smartphones, se han convertido en una parte fundamental de la vida cotidiana. Es muy probable que en la década actual se produzcan avances tecnológicos que tengan un impacto de gran alcance similar. Es impresionante el número de cambios que se producen en tan poco tiempo. Estas rápidas y profundas mejoras que la tecnología está introduciendo en muchas áreas de la vida, generan un impacto usualmente positivo del progreso tecnológico en un mundo globalizado.
En un estudio amplio realizado a finales de 2021, justo al ir bajando el impacto de las pandemia de Covid-19, mostró que un 72% de los encuestados cree que el progreso tecnológico hace que el mundo sea mejor. Esta investigación de opinión pública fue realizada en China, India, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, abarcando un espectro de personas con edades que variaron entre los 18 y los 69 años. Es decir que parece que hay una opinión en cierta forma favorable, hacia el uso de la tecnología en el día a día.
Claro, igualmente mucha gente tiene una relación ambigua con la tecnología. A veces consideran el progreso tecnológico una bendición, y otras, una maldición. Sin duda, todo gran descubrimiento trae consigo miedos y esperanzas, lo cual es inevitable. Ese mismo estudio mostró resultados interesantes sobre la confianza entre las empresas y los clientes. Un 79% de los encuestados creen que en el futuro el éxito de las empresas dependerá de la confianza digital.
En esta era cibernética, las empresas que generan confianza pueden maximizar su potencial de crecimiento y posicionarse para gestionar mejor los riesgos y las oportunidades disponibles. Construir una reputación de confianza requiere tiempo y esfuerzo, pero definitivamente no es un aspecto que deba ser ignorado. Esto se aplica también a otras instituciones, medios de comunicación y personalidades.
El mundo cotidiano está fuertemente afectado por esos avances en todos los tipos de tecnología. Gracias a ella podemos dar pasos hacia adelante y crear productos, tanto digitales como físicos, que se adapten mejor a nuestras necesidades y nos ayuden a superar los desafíos globales y, al mismo tiempo, sean más sostenibles. Claro que hay miedos que se deben afrontar, pero sin duda tener en cuenta esos temores es un factor para desarrollar soluciones apropiadas que permiten abordar estas limitaciones.
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