El filósofo francés, Maurice Merleau-Ponty (1908-1961), a quien ya he citado en el blog, escribió un ensayo en 1961 titulado "El ojo y la Mente", en el que expone su perspectiva acerca de esa relación entre ojo y mente desde el punto de vista fenomenológico. Aquí aborda esa conexión sin entender la percepción visual como un simple proceso fisiológico y la mente como un ente abstracto; al contrario, él propone una visión integrada y encarnada.
Al estudiar ese nexo, destaca que el ojo no es solo un órgano pasivo que registra información visual, sino que participa activamente en la construcción de nuestra percepción del mundo. El ojo se mueve, enfoca y selecciona, y esta actividad está intrínsecamente ligada a nuestra experiencia corporal y emocional. Por otro lado, la mente no es un mero receptor de datos visuales, sino que juega un papel activo en la interpretación y significado de lo que vemos. La mente organiza la información visual, la relaciona con nuestras experiencias previas y le da sentido en el contexto de nuestro mundo vivido.
Consecuentemente, Merleau-Ponty sugiere que la visión es un diálogo entre el ojo y la mente, un proceso dinámico en el que ambos se influyen mutuamente. La mente guía al ojo en su exploración del mundo, mientras que el ojo proporciona a la mente la materia prima para su interpretación. Dice así:
"No tengo más que ver algo para saber cómo alcanzarlo y manejarlo, aún cuando no sepa cómo sucede eso en la máquina nerviosa. Mi cuerpo móvil hace una diferencia en el mundo visible, siendo parte de él; por eso puedo manejarlo por entre lo visible. A la inversa, es igualmente cierto que la visión está ligada al movimiento. Solo vemos lo que miramos. ¿Qué sería la visión sin el movimiento del ojo? ¿Y cómo podría reunir las cosas el movimiento de los ojos si ese movimiento fura ciego? ¿Si fuera solamente un reflejo? ¿Si no tuviera sus antenas, su clarividencia? ¿Si en él no estuviera prefigurada la visión?".
La visión de Merleau-Ponty sobre el ojo y la mente, que ya había formulado en su ensayo "El ojo y el espíritu", tiene profundas implicaciones filosóficas. Desafía la dicotomía tradicional entre el cuerpo y la mente, y formula una visión más holística de la percepción. Propone de esta manera una reflexión sobre la naturaleza de la conciencia y el papel del cuerpo en nuestra experiencia del mundo.
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