viernes, 23 de mayo de 2025

Gestión del capital intelectual

En la publicación anterior hablé sobre el concepto del capital intelectual y sus expresiones. Hoy veremos cómo se pueden gestionar y potenciar esos activos intangibles relacionados con el conocimiento y la experiencia de las personas, haciendo muchas preguntas. En ese sentido tenemos varias aristas, que desglosaré brevemente por separado en forma de interrogantes. 

En primer término hay que versar sobre el capital humano. Aquí debemos hacernos preguntas sobre el conocimiento y las habilidades de quienes integran una organización. ¿Qué sistemas o procesos tenemos para identificar, capturar y documentar el conocimiento crítico y las habilidades únicas de nuestros empleados? ¿Cómo se fomenta el aprendizaje continuo y el desarrollo de nuevas habilidades en la organización? ¿Existe una estrategia clara para la transferencia de conocimiento entre empleados y equipos, especialmente ante jubilaciones o rotación de personal? Como vemos, hay muchas formas de abordar este tema.

Otro asunto importante en el manejo de las gestión del capital intelectual es el de la creatividad e innovación. Nos podemos hacer cuestionamientos relevantes en este sentido. ¿Cómo se promueve la generación de nuevas ideas y la innovación entre los empleados? ¿Qué mecanismos existen para reconocer y recompensar la creatividad y la iniciativa individual? ¿Se dedican recursos específicos (tiempo, presupuesto) para proyectos de innovación impulsados por los empleados? 

Pasamos ahora al compromiso y retención de los integrantes de una institución u organización. ¿Qué factores contribuyen al compromiso de nuestros empleados con la organización? ¿Cómo lo medimos? ¿Cuáles son las estrategias para retener a los talentos clave y asegurar que su conocimiento permanezca en la empresa? ¿Cómo se asegura que los empleados se sientan valorados y reconocidos por sus contribuciones? Las respuestas bien formuladas podrán dar pie a una mejora en el compromiso de los integrantes de cualquier organización a sus objetivos y fines.

Sobre el capital estructural, que es un componente importante del capital intelectual, hay otros factores, en particular sobre los sistemas y procesos de conocimiento. Hay que preguntar, por ejemplo, ¿Qué herramientas y plataformas se utilizan para organizar, almacenar y facilituar el acceso al conocimiento y la información relevante (bases de datos, intranets, wikis)? O también, ¿Cómo se asegura que los procesos internos estén documentados y sean eficientes para capitalizar el conocimiento tácito? Y ¿Cómo se gestiona la propiedad intelectual (patentes, derechos de autor, secretos comerciales) y se asegura que se aproveche al máximo?

Respecto de la cultura y los valores organizacionales, hay que saber, ¿Cómo la cultura organizacional apoya o limita el intercambio de conocimiento y la colaboración? ¿Los valores de la empresa promueven la transparencia, la experimentación y el aprendizaje de los errores? ¿Existen rituales o prácticas que refuerzan la importancia del conocimiento compartido?

Sobre el capital relacional y las relaciones externas con las organizaciones, podemos preguntarnos, ¿Cómo se gestionan y fortalecen las relaciones con clientes, proveedores y socios estratégicos para el intercambio de conocimiento y la co-creación de valor? ¿Se utilizan las redes externas (comunidades, foros, asociaciones) para adquirir nuevo conocimiento o detectar tendencias? ¿Cómo se mide la reputación de la empresa y su impacto en la atracción de talento y la confianza de los grupos de interés? Son cuestiones relevantes a las cuales hay que enfrentarse. 

Finalmente podemos preguntarnos sobre cómo manejar la colaboración interna y resolver cómo se fomenta la colaboración y el trabajo en equipo y la creación de redes internas y el intercambio informal de conocimiento. Respondiendo estas cuestiones, podemos gestionar de mejor manera el capital humano de cada organización, acto fundamental para enfrentar nuestra realidad global contemporánea.

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