En 1962 se publicó en los EE.UU. un muy provocativo libro, The Image: A Guide to Pseudo-events in America ("La imagen: una guía para los pseudo-eventos en América"), escrito por el historiador y profesor estadounidense Daniel Joseph Boorstin (1914-2004), en el que se hace una descripción temprana de aspectos de la vida estadounidense que preconiza lo que más adelante se denominará la hiperrealidad y la posmodernidad. En la obra, Boorstin describe cambios en la cultura estadounidense, principalmente debidos a la publicidad, donde la reproducción o simulación de un evento se hace más importante o "real" que el propio evento. Acuña el término "pseudo-evento", que describe los acontecimientos o las actividades que no sirven a ningún otro propósito que ser reproducidos a través de anuncios u otras formas de publicidad, con ciertos fines ulteriores.
Según Boorstin, esos pseudo-eventos (actos como conferencias de prensa y debates presidenciales, que se fabrican únicamente para ser reseñados, por ejemplo) no son espontáneos sino preparados. Un terremoto no es un pseudo-evento, una concentración electoral ("llenar una avenida"), sí lo es. De esta forma se contribuye a crear una imagen de algo que no se corresponde con un acontecimiento natural. Su relación con la realidad subyacente de cierta situación, es ambigua. Su interés se debe en gran parte a esta misma ambigüedad. Con respecto a un pseudo-evento, la pregunta "¿qué significa?" tiene una nueva dimensión. Mientras que el interés de las noticias en un choque de trenes está en lo que sucedió y en las consecuencias reales, el interés en una entrevista (por ejemplo) siempre está, en cierto sentido, en si realmente sucedió y en lo que pudieron haber sido los motivos. ¿La declaración realmente trascendía a lo que decía? Sin algo de esta ambigüedad, de un grado de manipulación, un pseudo-evento no puede ser muy interesante.
También Boorstin propone la definición contemporánea de "celebridad" como "una persona quien es conocida por su notoriedad". Esto se sigue aplicando hoy. La visión de alguna manera profética de Boorstin, de una sociedad estadounidense inundada por sus propias ilusiones, se ha convertido en un insumo necesario para distinguir los múltiples engaños de nuestra cultura, de sus pocas verdades perdurables. Lo más notable es que actualmente, esa construcción se aplica en todas las sociedades contemporáneas, sin distingo de ideologías o formas económicas y políticas. Estos pseudo-eventos, por lo general, están destinados a ser "profecías autocumplidas", que confirman aquello que, sin ser estrictamente real, pasa a ser verdadero, como certeza construida. Hoy eso se llama también "post-verdad".
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