La idea del Brutalismo, como bien dice el nombre, es expresar los materiales en bruto, en particular el concreto. El crítico de arquitectura británico Reyner Banham adaptó el término y se refirió a las obras que tenían ese estilo donde la crudeza de las formas y materiales es evidente, como"brutalismo" (brutalism, en inglés). Los edificios brutalistas están diseñados con geometrías que suelen ser angulares repetitivas, y permiten que se vean las texturas de los moldes de madera que se emplearon para dar forma al material, que normalmente es hormigón. Así, la arquitectura brutalista representa un estilo geométrico dinámico que es masivo, monolítico y con apariencia de bloque y se basa en el uso del cemento armado, aunque también puede incorporar otros materiales.
Estuvo de moda entre 1960 y 1980, y se le asocia con una concepción social renovadora, que buscaba un impacto y una solidez que fuesen expresión del mundo que seguiría al de la modernidad. En América Latina tuvo mucho impacto y hay gran cantidad de edificios con este estilo. Sin embargo, el cambio de siglo y el cambio de la percepción colectiva hizo que esos edificios fuesen vistos como obras pasadas de moda, en cierta forma agresivas y que expresaban conceptos superados. Ha sido criticado por ser considerado poco comunicativo, frío e incluso feo. También se le ha cuestionado por ignorar los precedentes históricos arquitectónicos, porque no tiene identidad con su entorno urbano.
Como consecuencia, se ha empezado a demoler algunas de sus obras representativas, y en algunas ciudades esta limpieza ha tenido repercusiones. El mundo post-moderno vio con malos ojos estos edificios surgidos de una ideología social fracasada. La arquitectura deconstructiva contemporánea tampoco se identifica con este estilo, por lo que pareciera que esos grandes ogros de concreto corren peligro de ser exterminados.
Es por esto que surgió, hace unos pocos años, un movimiento en Europa que busca preservar estos gigantes: es la plataforma Web SOSBrutalism. Esta es una base de datos en crecimiento que actualmente contiene más de 1.600 edificios brutalistas. Pero, lo que es más importante, es una plataforma para una gran campaña que busca salvar esos notables monstruos de hormigón. Hay un recuento de edificios en la base de datos, que están marcados en rojo, y son los que están en particular peligro de ser demolidos. Esta es una iniciativa sin precedentes: SOSBrutalism está abierta a todos los que quieran unirse a la campaña para salvar edificios brutalistas, Está concebida como herramienta que permita a los fanáticos de este estilo arquitectónico comunicarse entre sí, a través de Facebook, Twitter, Instagram, Tumblr, y otras RR.SS. En 2017 se hizo en Frankfurt una gran exposición y se editó un libro sobre esta iniciativa, y ahora, a dos años de su lanzamiento, se ha logrado preservar algunos de esos gigantes de concreto. Es una forma muy interesante de integrar un movimiento surgido de la modernidad con una tecnología del campo digital.
http://www.sosbrutalism.org
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