lunes, 15 de junio de 2020

Supergráficas

En la publicación anterior hablé del Supermanierismo, que es otra de las formas como se entiende al posmodernismo de los años 1960 y 1990. Una de las consecuencias de esa nueva actitud en el arte y el diseño es la aparición de las "supergráficas". En la década de los ochenta, la aplicación de diseños gráficos ambientales a gran escala, ensanchó las nociones formales de cierto arte concreto, y de lo que era el estilo tipográfico internacional. 

Supergráfica es el nombre popular que se le dio a las atrevidas formas geométricas de brillante color, de gran escala, con enormes letras helvéticas y pictografías gigantes (llamadas luego "gigantografías"), que encorvan las paredes, tuercen las esquinas y fluyen del piso a la pared y a lo largo del techo, dando una ambientación especial. 

Las supergráficas pueden ensanchar o contraer el espacio, pues su escala cambia en relación con la arquitectura. Se hace entonces referencia a valores decorativos y psicológicos, desde una visión distinta a la de la modernidad. Se crearon configuraciones que le daban vida a la arquitectura desde una nueva sensación. En una reacción contra la estética de las máquinas y las formas geométricas simples, sin ornamentos, estos diseñadores trabajan con formas complejas y recargadas, que responden a la contradicción propia de sus conceptos posmodernos. 

Uno de los pioneros, un arquitecto estadounidense, controvertido y original, Robert Venturi (1925-2018), procuró llenar de vitalidad sus obras añadiendo ornamento, formas y colores, que no se veían en el modernismo internacional. Uno de sus modelos a seguir fue el perfil urbano de la ciudad de Las Vegas, con su abigarramiento de luces, letras, colores y texturas, que confirmaban la estética Kitsch que sería típica entre 1970 y 1980. En la próxima publicación mostraré otras consecuencias del supermanierismo en las supergráficas. Aquí pongo algunos ejemplos. 









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