miércoles, 24 de junio de 2020

Significado y significante

El campo de la semiótica (y semiología, como también se conoce), es clave en la comunicación y en las artes y en la cultura, porque explica el uso, funcionamiento, creación y trascendencia de los signos. Uno de los personajes destacados en la configuración de esta rama del conocimiento es el lingüista suizo, Ferdinand de Saussure (1859-1913). En la publicación de ayer nombré uno de los aspectos más conocidos de sus planteamientos: las llaves duales. Algunas muy conocidas, otras no tanto; significado-significante, lengua-habla, sincronía-diacronía, connotación-denotación, individualidad-masividad, pragmática-semántica, voluntad-pasividad y paradigmática-sintagmática. Claro que estos dualismos están pensados para el campo de la lingüística, pero otras áreas epistémicas las usan también, como el estructuralismo, por ejemplo.

Para el estudio del signo, Saussure asoma una definición de "semiología", que será "la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social". Ella trata de los signos en general, esto es, de todo sistema de signos, aunque él privilegió el signo lingüístico. Si bien la definición de "semiótica", que más adelante sería universal, en un poco más amplia (y precisa), esta noción permitió a Saussure también definir lo que un signo. Y para ello, utilizó el famoso dualismo "significante-significado". La idea general de signo es aquella que se conoce desde antiguo, Aliquid pro aliquo, la locución latina (que también se expresa como Aliquid stat pro aliquo), que significa literalmente "una cosa en lugar de otra", o que algo se sitúa para alguna otra cosa. Así, un signo es una sustitución. Pero en el caso de la lingüística, esa "cosa" está bien definida. 

Se entiende como signo lingüístico a la unidad mínima de la comunicación verbal, fundamento del lenguaje. Ferdinand de Saussure plantea que el signo lingüístico implica un proceso mental en el cual el significante y significado, sus dos partes elementales, son biunívocas. Esto es decir, que el signo es indivisible, y tanto el significante y significado no pueden ser separados; a partir de esto, se dice que el signo es como una hoja de papel con dos caras. El significado es un concepto, mientras que el significante es una imagen acústica. El concepto se encuentra en nuestra mente, dependiendo del contexto y de los referentes adquiridos. En cambio, la imagen acústica no se limita al sonido de la palabra, sino es la huella psíquica que deja en nuestra mente, y se puede representar gráficamente con la palabra escrita, con el texto. Así se configura la dualidad más reconocida del signo saussureano. El significante es el signo perceptible, el significado es la concepción que él implica. Es importante ver que no es una dualidad divisible.



No hay una parte sin la otra. Por eso en el modelo clásico, tantas veces dibujado (el óvalo dividido que muestro aquí), la línea que separa los elementos debería ser pespunteada y no continua, porque ambos componentes no están aislados sino conjugados. Ese mismo principio aplica a los otros dualismos propuestos por Saussure, como explicaré en otras publicaciones más adelante. 

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