Esta afirmación, "La historia es un acto de fe", la toma el cronista Honorio Bustos Domecq de una declaración escrita por el intelectual argentino Zevasco:
"La historia es un acto de fe. No importan los archivos, los testimonios, la arqueología, la estadística, la hermenéutica, los hechos mismos; a la historia incumbe la historia, libre de toda trepidación y de todo escrúpulo; guarde el numismático sus monedas y el papelista sus papiros. La historia es inyección de energía, es aliento vivificante. Elevador de potencia, el historiador carga las tintas; embriaga, exalta, embravece, alienta; nada de entibiar o enervar; nuestra consigna es rechazar de plano lo que no robustece, lo que no positiva, lo que no es lauro".
La cita es reseñada por H.B.D. en su texto Un enfoque flamante. La idea de que la historia es un acto de fe lleva a sorprendentes conclusiones, enumeradas en ese sesudo artículo que se puede leer en el libro Crónicas de Bustos Domecq, de 1967.
Vale la pena aclarar que Zevasco es un personaje ficticio citado por el también ficticio autor argentino Honorio Bustos Domecq, nombre que oculta a los verdaderos escritores de ese referido libro de crónicas: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
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