jueves, 11 de diciembre de 2025

Neuroderechos

El concepto de neuroderechos surgió en el ámbito académico como una respuesta a los dilemas éticos de las neurotecnologías. Se refiere a un conjunto de derechos que buscan proteger la autonomía, privacidad y la integridad mental de las personas frente a posibles abusos derivados del acceso a sus datos cerebrales. Así entonces, los neuroderechos son un conjunto de nuevos derechos humanos propuestos para proteger la mente y el cerebro humano frente a los avances de la neurotecnología, buscando salvaguardar aspectos fundamentales como la privacidad mental, la identidad personal y el libre albedrío ante la posibilidad de leer, manipular o alterar la actividad cerebral, la cual genera información delicada (neurodatos). Estos buscan asegurar el control sobre nuestros propios pensamientos y emociones, adelantándose a riesgos como la manipulación, el sesgo algorítmico y la desigualdad en el acceso a mejoras cognitivas.

En principio, se protegen las siguientes áreas:  

    La privacidad mental. El derecho a que el contenido de la mente no sea descifrado o accedido sin consentimiento.

    El libre albedrío o "agencia", que es el derecho a tomar decisiones sin interferencia externa de la neurotecnología.

    La identidad personal, esto es, la protección de la integridad psíquica y la personalidad frente a alteraciones tecnológicas.

    El acceso equitativo, muy importante para garantizar el acceso justo a neurotecnologías de mejora sensorial y cognitiva.

    Y finalmente, la protección contra sesgos. Se propone  evitar sesgos en los algoritmos de las neurotecnologías.

Como vemos, estos neuroderechos urgen como respuesta a los rápidos desarrollos en neurotecnología (como interfaces cerebro-computadora, algoritmos de inteligencia artificial que decodifican señales cerebrales, y dispositivos de estimulación neural), que podrían amenazar la integridad mental y la intimidad de los pensamientos.

La puesta en efecto de estos derechos es importante porque la neurotecnología puede llegar a leer, influir o modificar la actividad cerebral, planteando riesgos como la publicidad manipuladora basada en emociones, la discriminación laboral según estados mentales o la coacción o control externo de decisiones. En fin, buscan adaptar los derechos humanos a la era de la conectividad cerebral, asegurando que la mente humana permanezca como un espacio inviolable.

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