En la publicación anterior nombré las cinco habilidades verbales en la comunicación que define el profesor y experto Jeremiah O'Sullivan, agrupadas en tres tipos: codificadoras, decodificadoras y de pensamiento. Nuestro nivel de habilidades determina de dos maneras, según O'Sullivan, la fidelidad de nuestra comunicación. En primer término afecta nuestra capacidad analítica en lo que respecta a intenciones y propósitos; y en segundo lugar influye en nuestra capacidad para codificar los mensajes de manera adecuada. Esta habilidad es la que se manifiesta en dos formas: hablar y escribir.
Hablar, nuestra primera y primordial forma de comunicación humana, requiere de diversas condiciones: vocabulario, experiencia, discernimiento, pronunciación. El lenguaje hablado es el que aprendemos primero, el que determina la relación de los hombres entre sí. Consecuencia de este es la escritura, forma poderosa de trasvasar una codificación en otra. Esto es válido para toda cultura, civilización, grupo social o momento histórico.
Dice O'Sullivan en su libro La Comunicación Humana (1985): "Si hemos de escribir nuestro mensaje es necesario que tengamos un vocabulario adecuado para expresar nuestras ideas (...). Lo que deseamos es emplear aquellas palabras que expresen de la manera más clara lo que queremos significar". Escribir no exige demostrar "cultura". Exige disponer de las palabras adecuadas de manera que el sentido del mensaje quede claro. Por supuesto, que ello facilita la decodificación, que es el segundo grupo de habilidades verbales en la comunicación que veremos en la siguiente publicación.
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