El filósofo británico, de origen austríaco, Ludwig Wittgenstein (1889-1951), publicó su muy famoso Tractatus logico-philosophicus, en 1921, en el que aborda temas que tienen que ver con el mundo, el pensamiento y el lenguaje, y sobre todo la ética. Libro muy complejo e influyente, cuestionado luego por el mismo autor, se basa en el desarrollo conceptual de ciertos aforismos que definen las distintas líneas de sus ideas establecidas como guía. El segundo aforismo dice: "Lo que es el caso, un hecho, es la existencia de estados de cosas". De este concepto derivan varias afirmaciones, una de las cuales (la 2.0131) es:
"Un objeto espacial tiene que residir en el espacio infinito. (Un punto en el espacio es un lugar de argumento). Una mancha en el campo visual no necesita, por cierto, ser roja, pero tiene que tener un color: tiene, por así decirlo, el espacio del color en torno suyo. Un tono tiene que tener una altura, un objeto del sentido del tacto una dureza, etcétera".
Este axioma implica, según el postulado, un comprensión de los objetos a través de su percepción, de la sensorialidad y de su presencia para su existencia.
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