Existe una forma de comunicación particular, distinta a la oral, que puede llamarse alternante o alterna, y que se aplica a aquellas distintas de las estrictamente habladas. Se utiliza para personas que tienen dificultades para comunicarse de forma oral, ya sea por una discapacidad física, cognitiva o del desarrollo. La comunicación alternante puede ser utilizada para expresar una amplia gama de ideas y emociones, desde necesidades básicas hasta pensamientos complejos. Se puede utilizar para comunicarse con otras personas, para expresarse creativamente o para acceder a la información.
Podemos determinar que hay diferentes de sistemas de esa comunicación alternante, cada uno con sus propias ventajas y desventajas. Un buen ejemplo es el lenguaje por señas que utiliza gestos y expresiones faciales para transmitir significado. También se destacan los sistemas de comunicación aumentativa, que complementan el habla oral con símbolos, señas o sonidos. Pueden utilizarse para ayudar a las personas a expresarse de forma más eficaz.
La elección del sistema de comunicación alterna más adecuado para una persona es un proceso individualizado. Es importante evaluar las necesidades y preferencias de la persona, así como sus habilidades y limitaciones. Estas opciones son una herramienta importante que puede ayudar a las personas con dificultades de comunicación a participar plenamente en la sociedad. Por ejemplo, una persona con parálisis cerebral que no puede hablar puede utilizar el lenguaje de signos para comunicarse con su familia y amigos. Un niño con autismo puede utilizar un sistema de comunicación aumentativa para pedir comida o pedir ayuda. O también una persona con afasia puede utilizar un sistema de comunicación sin ayuda para escribir mensajes en su teléfono. Es decir que esa comunicación alternante es una herramienta que puede ayudar a las personas con dificultades de comunicación a vivir una vida plena y significativa.
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