En algunas publicaciones recientes he estado hablando sobre la fealdad, su estética y sobre la relatividad de la idea de belleza. Además hemos visto que a veces lo feo está intencionalmente creado, bien sea como ironía o bien sea como crítica. Tal es el caso de la obra artística de Jean-Michel Basquiat (1960-1988), también conocido como SAMO, creador estadounidense de ascendencia haitiana y puertorriqueña, que dejó una obra polémica y retadora.
De joven estudió en varias academias en Nueva York y comenzó a expresar su rebeldía haciendo grafitis en la ciudad y en los trenes del metro. Se asoció a los grupos de jóvenes vanguardistas en Manhattan y sobrevivió con la venta de postales y de camisetas que él mismo decoraba. Seguía dedicándose al grafiti, sus pintadas y escritos tenían mucha carga poética y filosófica, pero sobre todo satírica. Con su amigo Al Díaz asumió el seudónimo de SAMO, sigla de SAMe Old shit, es decir, "la misma mierda de siempre" o "la misma porquería", con el que ambos firmaban sus trabajos y grafitis. El uso de este nombre fue decisivo en su vida.
A partir de 1980 Basquiat se dedicó seriamente a la pintura, inspirado por los grandes artistas abstractos estadounidenses Jackson Pollok, Willem De Kooning y Franz Kline. Su estética neoexpresionista, su relación con la música y sus actitudes rebeldes le fueron haciendo notable en el mundillo de las artes, tanto que entre 1980 y 1988 realizó más de 40 exposiciones personales y participó en cerca de 100 colectivas. Su autopromoción y publicidad fue intensa, tanto que en muy poco tiempo cobró una fama que además se impulsaba por lo extraño de su estética visual.
Su temática buscaba transmitir la problemática de doble pertenencia a minorías étnicas, la afrodescendiente y la latina, por lo que sus pinturas siempre se referían a esa realidad, aunque su realización distara de ser clara o simplemente figurativa. El uso de colores fuertes, formas rudas y composiciones indistintas le caracterizan de manera única. A los 27 años muere por sobredosis de heroína, siendo hasta ahora el artista visual más exitoso en la historia del arte afrodescendiente.
Si bien el trabajo de Basquiat no tiene que ver con la estética digital, lo desataco aquí por su particular visión de lo bello y lo feo, como muestra de lo relativo que son estas ideas. Pongo acá apenas una pequeña muestra de su prolífica obra, que nos da una idea de su personal aproximación al arte y a la creación en pleno siglo XX.
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