La relación entre la semiótica de la percepción y la cultura es fundamental, ya que la cultura actúa como un sistema de mediación que estructura cómo percibimos y asignamos significado a los estímulos sensoriales. De hecho, la cultura no es un simple telón de fondo para la semiótica perceptiva; es el sistema operativo que la hace posible y le da forma. En ese sentido podemos ver diferentes maneras de relación entre ambos elementos.
En primer término, podemos ver la cultura como filtro perceptivo. La percepción no es universal ni natural, sino que está moldeada por códigos culturales que determinan qué atendemos. Así, afectan las formas en que clasificamos las realidades. Por ejemplo, algunas lenguas tienen múltiples palabras para "nieve" o "verde", lo que afecta cómo se perciben. También tiene que ver con aquello que valoramos. En ciertas culturas, el silencio puede ser "incómodo" y "sagrado" en otras.
Por otro lado, la cultura proporciona marcos semióticos que dan sentido a lo percibido. En el caso de los símbolos, su significado depende de códigos culturales. Las gestos indican cosas muy disimiles en lugares y momentos diferente. Un mismo movimiento puede significar aprobación o una ofensa, según la cultura. También pasa con los sonidos. El llanto puede interpretarse como dolor, felicidad o ritual, según cada circunstancia.
Podemos decir que la cultura es un universo semiótico, donde la percepción se estructura mediante límites culturales. Lo que una cultura considera "bello", "repulsivo" o "sacralizado" depende de sus sistemas de signos. Es la llamada traducción intersemiótica: una misma experiencia (como un ritual) puede traducirse en signos visuales, sonoros, táctiles, según la cultura.
La cultura puede verse como filtro de la percepción. La cultura no solo nos da el vocabulario de signos, sino que también nos enseña a percibir e interpretar el mundo de una manera particular. Así, actúa como un filtro que dirige nuestra atención a ciertos aspectos de la realidad y nos proporciona los marcos de referencia para darles sentido.
Finalmente, se puede afirmar que sin cultura no hay semiosis. La cultura proporciona el "material" para la semiosis. Sin un sistema de signos compartidos, no podríamos comunicarnos ni construir significado. La percepción semiótica y la cultura están entrelazadas de manera indisoluble. La cultura nos proporciona el sistema (los códigos, valores y creencias) para que nuestra mente pueda procesar los datos (la información sensorial del mundo) y construir un significado coherente. En este sentido, toda percepción semiótica es, en última instancia, una percepción cultural.
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