En las dos publicaciones anteriores he tratado el tema del código y los signos, desde el ámbito de la significación. Aquí voy a describir los sistemas de codificación según algunas de sus características: analógicos-digitales y presenciales-ausentes.
La primera caracterización tiene dos términos que acá son usados con una acepción un poco distinta al que se acostumbra en el ciberespacio. Un código digital es aquel cuyas unidades (tanto significantes como significados) están claramente separadas. Un código analógico es el que trabaja en una escala continua. El reloj es un buen ejemplo: el digital separa un minuto del siguiente (incluso los segundos), de manera específica; el analógico tiene una escala continua, y sólo poniendo marcas en su cara podemos leer las cantidades (horas y minutos, y difícilmente los segundos). Los códigos digitales tienen unidades fácilmente distinguibles y están formados por cantidades discretas. Son arbitrarios y en principio de notación sencilla. los códigos analógicos están formados por cantidades continuas, tal como se presentan las cosas en la naturaleza. Las categorizaciones analógicas suelen ser, en consecuencia, borrosas: las etapas de la vida, las partes de una receta, las partes de una danza. Aún así, hay una codificación.
Otra forma de codificación, distingue entre las presenciales y las ausentes. La primera es aquella que comunica "en presencia": son los indicios, las señales, que no pueden representar otra cosa que lo que ellos mismos codifican. Provienen o bien de una convención unívoca o de una indicación: si hay humo, hay (o hubo) fuego. Por su parte, la ausente es aquella que otorga significados por acuerdo y que funcionan en ausencia del comunicador. Son representativos, como las palabras y los textos, las imágenes y los íconos. Son los de mayor uso y aplicación. Otras formas de análisis de codificación se explicarán en la siguiente publicación.
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