En el entendido de que la estética puede abarcar tanto elementos considerados como "bellos" y "feos", según diferentes cánones, y que hay variados estándares para identificar estilos, modelos o tendencias, y que la estética no puede desligarse de la sensibilidad y la sensorialidad, se puede analizar, bajo la óptica esteticista, cualquier expresión que sea considerada cultural o artística, según parámetros diferentes. Una de esas expresiones es lo grotesco.
En el Diccionario de la Lengua Española, se define como grotesco a lo que produce risa o burla por buscar lo ridículo, extravagante o absurdo y también, aplicado a una obra o género literario, que se caracteriza por la presencia de elementos extravagantes, bufonescos y caricaturescos. Esa idea se puede aplicar a todas las artes en general y sigue siendo válida, aún en el ciberespacio contemporáneo. Por eso vale la pena analizarla.
En interesante conocer su origen etimológico. La palabra grotesco deriva del italiano grottesco, que puede traducirse como “relativo o perteneciente a una gruta”. Y es que ese vocablo, a su vez, viene del latín crupta o crypta, que es sinónimo de “gruta” o “galería subterránea”. Se llamó grottesco por primera vez a los adornos caprichosos que imitaban a los de los Baños de la Gruta de Tito, en Roma, hallados a finales del siglo XV, los cuales combinaban, de un modo insólito y fantástico, formas vegetales, animales y humanas. En ese momento quedó signado el sentido de lo grotesco, que surge de esa mezcla barroca de elementos, en la que es casi imposible establecer los límites entre un orden y otro: lo vegetal y lo animal, lo animal y lo humano, lo humano y lo fantástico.
Curiosamente, en esa misma época (entre el Renacimiento y el Barroco italiano), esta tendencia fue criticada y condenada por una parte de la intelectualidad y el mundo artístico, por considerarla ridícula y de mal gusto. Giorgio Vasari (1511-1574), por ejemplo, arquitecto, pintor y escritor italiano, fue de los primeros en cuestionar el valor estético de lo grotesco, señalando su condición de monstruoso y disparatado. No obstante, pintores de la talla de Rafael o El Bosco incorporaron elementos grotescos en sus pinturas.
Lo grotesco se ha mantenido presente en el arte y la literatura desde entonces, muchas veces ligado a la crítica, a la sátira o al humor. Se asocia también a la parodia, aunque en otros casos sea usado intencionalmente como manifestación artística. El Kitsch y el Camp son buenos ejemplos. En la siguiente publicación veremos cómo lo grotesco puede ser visto desde otra óptica y en el campo de la estética digital.
Baños de la Gruta de Tito, en Roma, en un grabado de 1775
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