Hace unos días, revisando cosas viejas guardadas, me topé con un viejo teléfono celular Nokia, que usé hace más de 20 años. Analógico, sin pantalla táctil, nada de esas cosas que identifican a los móviles de hoy en día. No obstante el tiempo, logré que encendiera y pensé que en otras épocas, un objeto de 20 años de antigüedad sería como nuevo, de perfecto uso, y recordé el concepto de "obsolescencia programada", que ya en algunas otras ocasiones de forma indirecta he tratado en este blog.
Es curioso que la obsolescencia, es decir, lo que define a aquello en desuso o anticuado, siempre ha existido, pero en escalas y manifestaciones totalmente diferentes a las que vemos hoy en día. La ametralladora hizo obsoleto al fusil de pedernal, pero fue un proceso de transformación con el tiempo, sin previa intención. Así, la obsolescencia es el estado de ser que ocurre cuando un objeto, servicio o práctica ya no se mantiene o no se requiere aunque todavía esté en buen estado de funcionamiento, cosa que ha pasado desde tiempos inmemoriales.
La obsolescencia es, entonces, la caída en desuso de máquinas, equipos y tecnologías motivada no por un mal funcionamiento del mismo, sino por un insuficiente desempeño de sus funciones en comparación con las nuevas máquinas, equipos y tecnologías introducidos en el mercado. Lo que nos encontramos hoy en día es que ese "envejecimiento" está planificado por las mismas empresas que producen todos esos productos. Esta es la llamada "obsolescencia programada".
La obsolescencia programada es una práctica comercial en la que los fabricantes diseñan un producto para que tenga una vida útil limitada, de modo que se vuelva obsoleto o inservible antes de que se deba por desgaste natural. Esto obliga al consumidor a comprar un nuevo producto, lo que genera más beneficios para el fabricante. Puede producirse de varias maneras, entre ellas, la utilización de materiales de baja calidad (los fabricantes pueden utilizar materiales que se desgastan más fácilmente o que son más susceptibles a roturas); un diseño deficiente (los productos pueden ser diseñados de forma que sean difíciles de reparar o que requieran piezas de repuesto que sean difíciles de encontrar o muy caras); por estrategias de marketing (los fabricantes pueden utilizar el mercadeo para crear un deseo de nuevos productos, incluso cuando los productos existentes aún funcionan bien). Todos factores que pudieran solventarse o evitarse con un enfoque diferente. En la próxima publicación veremos las consecuencias que esta práctica trae.
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