La paideia (en griego παιδεία, "educación" o "formación", a su vez de παις, país, "niño") era, para los antiguos griegos, el proceso de crianza de los niños, entendida como la transmisión de valores (saber ser) y saberes técnicos (saber hacer) inherentes a la sociedad. Todas las grandes culturas siempre han desarrollado procesos educativos y de enseñanza para transmitir a todos los miembros de una cultura, sus valores, conocimiento, tradiciones y costumbres, además de la identidad que les unificaba como sociedad. Pero para nuestra cultura occidental, la paideia de los griegos es la que más destaca, por su claridad, trascendencia e identificación.
Los antiguos griegos (estamos hablando a partir del siglo VII a.C.) llamaban paideia al largo proceso de formación de los futuros ciudadanos, considerado como adquisición de conocimientos y como entrenamiento en determinadas aptitudes. La idea de base era que sin educación no podía haber cultura, y sin cultura no cabría imaginar un ejercicio modélico de la ciudadanía, que incluía una participación influyente en los órganos políticos de la democracia directa y una prestación militar casi vitalicia.
El ideal de la paideia era conseguir la areté, una excelencia públicamente reconocida en esas facetas, con atención a la forma física del cuerpo y al perfeccionamiento del alma, vista como una virtud. En esencia es un concepto que significa "educación" o "cultura". Por ello en la antigua Grecia, la paideia era una noción integral que abarcaba todos los aspectos de la formación del individuo, desde el desarrollo físico y moral hasta el intelectual y artístico.
La paideia griega fue un modelo de educación que tuvo una gran influencia en la cultura occidental. Su legado sigue presente en la actualidad, en la forma en que entendemos la educación y la formación integral del individuo. Por eso es válido estudiarla hoy día y entender su transcendencia, aún en el mundo digital de hoy. Su pensamiento y aplicación son el contenido de la próxima publicación.
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