"Hasta que se inventó la escritura, el hombre vivió en el espacio acústico: sin límites, sin dirección, sin horizonte, en las tinieblas de la mente, en el mundo de la emoción, con la intuición primordial, con el terror. El lenguaje es un mapa social en este pantano.
La pluma de ganso acabó con la conversación. Disipó el misterio; dio arquitectura y ciudades, trajo caminos y ejércitos, la burocracia. Fue la metáfora básica con la que empezó el ciclo de la civilización, el pasaje de la oscuridad a la luz en la mente. La mano que llenaba la página de pergamino edificaba una ciudad".
Este planteamiento propone una idea notable: la escritura transformó al ser humano, de un ente predominantemente auditivo a uno visual. La palabra se escribe, permanece en el tiempo, y para poder convertir el texto en sonido, debe leerse, lo que finalmente, es una actividad visual. De un mundo a otro mundo.
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