La cuarta especie de signo que define Thomas Sebeok ("Seis especies de signos") es el índice. El término viene de indicar, obviamente, así como nuestro segundo dedo de la mano es el índice, porque es el que nos sirve para indicar. Claro, acá no se usa en el sentido de "señalar" sino como "indicativo". Básicamente son signos que representan, a través de la conexión entre hechos, un significado determinado. En el índice existe una relación, a menudo de efecto y causa, en la que no importa la semejanza física o la interpretación del mismo significante con su representación.
Dice Sebeok: "Se dice que un signo es indexical cuando su significante es contiguo a su significado, o a una muestra de él. El término contiguo no tiene por qué ser interpretado literalmente en esta definición con significado de "adjunto" o "adyacente". En este sentido, la estrella polar puede ser considerada como indicativa del polo norte por cualquier habitante de La Tierra, a pesar de las inmensas distancias que nos separan de ella". El concepto de índice ha sido uno de los más tratados y discutidos por los semiólogos, por lo amplio que puede llegar a ser.
Un ejemplo clásico es el de Robinson Crusoe. Estando solo en la isla, un día vio la huella en la arena de un pie humano, que sabía no era el suyo. Eso fue índice suficiente para estar seguro de la presencia de otra persona en esa isla. Hay otros ejemplos similares: el humo visto a distancia es indicativo de fuego, una masa humana escapando y corriendo, es indicio de un peligro. Claro, los índices pueden ser naturales o artificiales también, pero según su naturaleza semántica simple y directa, se distinguen de los íconos y de las señales.
En la siguiente publicación se explica uno de los conceptos más complejos en el campo de la semiótica, que es el de SÍMBOLO.
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