El Art Deco, del cual he estado comentando en las últimas publicaciones, tiene unas características que le hacen diferente en su momento histórico, porque a pesar de ser visto como un estilo que resalta lo "decorativo", resulta de la fusión de varias tendencias de principios del siglo XX. Y si bien es en la arquitectura internacional donde más se identifica, no estuvo limitado a edificios; máquinas, muebles, barcos, automóviles y hasta vestuario se diseñó con los elementos estilísticos propios de este arte.
Por ejemplo, el transatlántico SS Normandie, cuyo viaje inaugural tuvo lugar en 1935, fue diseñado incorporando muchos diseños Art Deco en su interior, incluso un salón comedor cuyo techo y decoración estaba realizada con vidrio de Lalique, un material típico de este movimiento. Otros buques con influencia Art Deco en su decoración fueron el Île de France, el Queen Mary y el Nieuw Amsterdam. El Art Deco también se aplicó en el algunos ferrocarriles, como en el famoso Orient Express; y en la aviación, como en el avión 1000E Manhattan. Incluso el famoso puente Golden Gate entre Oakland y San Francisco está construido con elementos estéticos de este estilo. La estatua del Cristo Redentor en Río de Janeiro está también diseñada bajo esos patrones.
A pesar del eclecticismo de sus influencias formales y estilísticas, el Art Deco es consistente y posee una clara identidad propia. No se trata de un historicismo ni de un anacronismo; es fiel a su época y deja entrever la noción futurista de la Revolución Industrial. Su simbolismo gira en torno al progreso, el ordenamiento, la ciudad y lo urbano, y la maquinaria. Elegante, funcional y modernista, representó una concepción representativa del mundo entre la Primera y la Segunda Guerra mundial. Aún ahora, en este mundo digital, se valoran los aportes que el Art Deco nos dejó.
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