sábado, 15 de enero de 2022

Hacia la Web 3.0

Ya en otras publicaciones he comentado sobre la llamada "Web Semántica" o Web 3.0, que se prevé como el siguiente paso de la actual World Wide Web. Es un tema del que se viene hablando ya desde 2001, pero que no ha terminado de concretarse. Parece que ahora sí, el ciberespacio va en esa dirección (ver: https://ciberestetica.blogspot.com/2014/08/web-20-y-web-30.htmlhttps://ciberestetica.blogspot.com/2013/04/mas-de-la-web-semantica-y-la.html).

Se ha llamado Web 1.0 a la que empezó a funcionar en la década de 1990, aquella propuesta por Tim Berners-Lee y que dio origen a todo el conjunto de sitios y páginas que funcionaban de manera direccional. Ya entrado el siglo XXI se comenzó a desarrollar la Web 2.0, que es la que actualmente manejamos, que ha consolidado la interacción y la multimedialidad gracias a internet. En la actualidad, la World Wide Web está basada principalmente en documentos escritos en HTML, un lenguaje de marcado que sirve principalmente para crear hipertexto en internet. El lenguaje HTML es válido para adecuar el aspecto visual de un documento e incluir objetos multimedia en el texto. Pero aún es limitado para algunas funciones interactivas. Es aquí donde entran la Web semántica y la 3.0. Curiosamente, esta incluye a la anterior y abarca otros aspectos nuevos. O sea, la Web semántica es una ampliación de la Web, por medio de la que se intenta realizar un filtrado de manera automática pero precisa de la información, que forma parte de un campo más amplio, que es la Web 3.0. Es aquí donde estamos: en su desarrollo. 

En  curioso que en nuestro mundo hiperconectado y dominado por conexiones estamos frente a lo que los expertos llaman una "enorme remodelación". Es, sin embargo, precisamente esa omnipresencia la que ha puesto a trabajar a cada vez más tecnólogos en lo que se entiende como una nueva fase de internet. Estos insisten en que esta internet de segunda generación debe cambiar para ser mucho más inteligente; que debe evolucionar hasta convertirse en una la Web semántica que, además de ser más eficiente, nos ofrezca más control sobre nuestros datos.

Es lo que prevén con la llegada de la Web 3.0, a la que muchos en el sector consideran la gran revolución de internet que ahora se está gestando. La también llamada Web3 permitirá a las máquinas interpretar un volumen mucho mayor de datos. Eso hará que podamos interactuar mucho más profundamente con otros usuarios desde cualquier plataforma, entre otras cosas.

En este nuevo ciberespacio no necesitaremos sistemas operativos complejos o grandes discos duros para almacenar información porque absolutamente todo estará en la nube. Y todo será mucho más rápido y personalizable. En líneas generales, podría decirse que en la Web3 la máquina colaborará más eficazmente con el ser humano. Su principal valor es la descentralización de internet: crear una red más equitativa y restar poder a los gigantes de internet, tal como señalan quienes están detrás del concepto. Para esto es importante desarrollar esa parte "semántica".

Algunos de los retos de la Web semántica incluyen amplitud, vaguedad, incertidumbre, inconsistencia y engaño. Los sistemas de razonamiento automatizado tendrán que lidiar con todos estos temas con la finalidad de cumplir con la promesa de la Web semántica, de ser más amigable y capaz de interpretarnos. La Web semántica se basa en dos puntos fundamentales: la descripción del significado, donde se definen los conceptos y la manipulación automática de estas descripciones, que se efectúa mediante lógica y motores de inferencia.

Todo este campo, de la Web semántica en la Web3 está en pleno desarrollo en varios laboratorios del mundo, en universidades y, por supuesto, en el seno de las grandes empresas de internet en el planeta. ¿Cuánto falta para que entremos de lleno en esta realidad? No se sabe, pero lo que se quiere con la Web 3.0 es volver a la esencia, al inicio, de lo que fue internet: que nadie controle en gran proporción esta herramienta de comunicación que tan presente está en nuestro día a día.

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