En su libro de 1970, Contribución a la estética, el autor francés Henri Lefebvre aborda el asunto de la estética y su comprensión desde el punto de vista de la teoría del conocimiento y con un enfoque crítico, tomando como referencia varias teorías dialécticas. Uno de los temas que trata tiene que ver con el artista y su relación social en la obra que realiza. Con esto en mente, afirma:
"El artista, el creador en arte, es fundamentalmente libre. Pero esta palabra, libertad, debe tomarse concretamente, no de manera abstracta. El artista no puede suspender, por decreto de su libertad, las condiciones y límites de su tiempo y de su clase. Su trabajo es libre; y no puede sino serlo, en el sentido que necesariamente supera los marcos sociales del trabajo no estéticamente creador, marcos que normalmente fijan las tareas de cada trabajador, en su lugar y su papel en la división del trabajo. Su sensibilidad no puede constreñirse; le es necesario superar por un impulso vital los límites de la sensibilidad no creadora".
De aquí saca otra conclusión, que es que toda teoría del arte debe tener en cuenta esa subjetividad del artista, que implica una necesidad de realización. Esta necesidad está ligada a su condición en su sociedad y a su condición dentro del mundo.
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