En el campo de la creación y la producción se habla hoy de un modelo de transformación que cambia, de manera bastante radical, aquel hecho o producto existente, reemplazándolo y creando un nuevo público o mercado pero sin cambiar la esencia original y modificando lo ya establecido. Se aplica principalmente en el cambio de los negocios y la tecnología. Se caracteriza por generar cambios drásticos en el mercado, impactando las empresas y el comportamiento de los consumidores.
Esta visión ofrece soluciones más simples, económicas y accesibles para un público más amplio y se basa en nuevas tecnologías o modelos organizacionales para desafiar lo establecido. Claro, implica un alto nivel de riesgo e incertidumbre, ya que introduce un nuevo paradigma, pero con una buena planificación se justifica su implementación.
La innovación disruptiva es la aplicación de nuevas ideas que conducen a la modificación de productos, servicios y procesos, generando cambios drásticos en el mercado, las empresas y el comportamiento de los consumidores. La idea es modificar productos y servicios, para dejarlos más económicos, accesibles y simples para ser consumidos. Se entiende que las ideas disruptivas son aquellas que modifican la manera como la mayoría de las personas piensa. Lo interesante es que para esto no hay ni fórmulas ni esquemas, solo maneras deferentes de abordar el pensamiento creativo. Así, conforme las soluciones disruptivas evolucionan y mejoran, pueden llegar a superar a las establecidas, desencadenando una reconfiguración completa de la industria. Es un proceso dinámico que ha sido evidente en numerosos sectores, como el de la tecnología, la salud y la educación.
Ejemplos de innovación disruptiva pueden ser la internet, que revolucionó la forma en que nos comunicamos, consumimos información y hacemos negocios; la imagen digital que cambió el cine y la televisión; la telefonía móvil, que transformó la forma en que nos comunicamos, reemplazando los teléfonos fijos. Los autos eléctricos, que están desafiando la industria automotriz tradicional con una alternativa más sostenible; las plataformas de streaming que ampliaron la industria del entretenimiento, reemplazando en parte la televisión tradicional. y, curiosamente, el ciberarte, que está haciéndonos ver nuevas expresiones artísticas en relación con la tecnología digital.
La aplicación del pensamiento disruptivo trae diversos beneficios. Permite a las empresas crear nuevos mercados, crecer y aumentar su participación en el existente. Rentabilidad, porque ofrece oportunidades para generar nuevos ingresos y optimizar costos. Y afinca la competitividad dado que ayuda a las empresas a diferenciarse de la competencia y adaptarse a un mercado cambiante.
Por supuesto que la innovación disruptiva enfrenta varios retos: la resistencia al cambio, tanto por parte de los consumidores, como de las empresas y los reguladores; el riesgo, ya que los cambios implica un alto nivel de riesgo e incertidumbre, puesto que se trata de un nuevo paradigma; y los recursos, porque se requiere de una inversión significativa en investigación, desarrollo e implementación.
La disrupción es una herramienta poderosa para las empresas y creadores que buscan crecer, puedan ser más rentables o novedosos y adaptarse a un mercado cambiante. Sin embargo, también implica un alto nivel de riesgo e incertidumbre. Es importante destacar que este enfoque no se limita a la tecnología. Puede darse en cualquier sector, desde la industria manufacturera hasta la educación, el arte o la salud.
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