En la publicación anterior hice referencia al libro de 2009 La hipertelevisión: géneros y formatos, de la profesora española Inmaculada Gordillo, en el que explica lo que podemos entender como TV en este siglo XXI, y un a de las cosas que señala es la variación y pr5oliferaqción de géneros televisivos que se presentan en la actualidad, entendiendo como género al tipo de contenido presente en los programas que se presentan al público, bien sea en las televisoras de señal abierta o en las de suscripción; nada que ver con la ideología de género, tan de moda ahora.
La autora habla entonces de hipergéneros, que es una taxonomía modificada de los tradicionales. Estos son: hipergénero ficcional, informativo, docudramático, publicitario y el de variedades y entretenimiento. Reconoce, sin embargo, que es complejo diferenciar todos en grupos cerrados, porque el espectador desarrolla su vez sus formas de comprensión e identificación en función del emisor y sus circunstancias. Aquí es donde el género se adapta también al formato del espacio y del medio. El formato incluye la organización y estructura de los contenidos, en tanto el género tiene que ver con el mensaje y su forma. Dice Gordillo: "El género organiza la esencia la esencia de cada espacio televisivo, mientras que el formato lo configura y materializa sus componentes morfológicos y sintácticos".
Por otra parte, separa cada segmento televisivo o programa según criterios discursivos: criterio anagráfico o la presencia de un nombre, aquellos que carecen de un título y que usualmente son segmentarios o fraccionados. Incluye los spots publicitarios; criterio de programación, aquellos cuya frecuencia e identificación los hace reconocibles a pesar de su unicidad; criterio de periodicidad, aquellos cuya regularidad los convierte en presencia permanente en cada programación. Por consecuencia, se define como programa a una unidad cuya emisión incluye determinados contenidos y presenta distintos tipos de periodicidad. Esto aplica a cualquier modelo televisivo.
En último caso no hay que perder de vista que la publicidad, de una forma de otra sigue estando presente y aunque los canales del estado y los de paga por suscripción no dependen, en principio, de ningún patrocinio, la verdad es que de una forma de otra este elemento está siempre presente, bien sea como propaganda política, como promoción, o simplemente como impulso a alguna forma de venta. Como sea, es un hecho que la televisión ha sido capaz de adaptarse a la era digital y a las nuevas formas de comunicación y sigue siendo un medio de enorme fuerza y relevancia.
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