En su libro de 1986, El film y su espectador, el profesor italiano, Francesco Casetti, analiza cómo el espectador cinematográfico se construye en espectador sobre la base de las estrategias activadas por el mismo film y a partir de ahí entender su relación con la película. Una de las conclusiones a las que llega es que hoy podemos entender al cine como una interfaz, así como también verlo como un ojo de dos lados, el del director y el del público. Según su idea de interfaz, el cine tiene esos dos componentes que suman la construcción del espectador, y concluye:
"Este componente que por un lado marca cuanto se narra y por el otro prepara la entrada en campo de aquel al cual se narra, posee, como se ha dicho, una especie de intrínseca debilidad: puede perderse en lo puramente representado, y puede perder a quien se apropia de la representación. Pero su capacidad de asignar de todas formas y una dirección a las imágenes y a los sonidos, acompañando constantemente su aparición, y de anticipar ya su punto de llegada, en algún modo prefigurándolo, y sobre todo su capacidad de hacer conjuntamente las dos cosas, recupera también esta ambigüedad suya: transforma una debilidad en un auténtico punto de fuerza".
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