jueves, 5 de diciembre de 2019

Cibernética y espíritu humano

Entre las diversas cosas a las que aspira la cibernética, amén de las muchas que ha logrado como disciplina del conocimiento, está la de simular los mecanismos de los seres vivos. Lo que trae como consecuencia una discusión no resuelta aún: la ética de lo artificial versus el espíritu humano; y como complemento, la consolidación de un espíritu de lo cibernético que controle sus usos y aplicaciones. Uno de los temores es que el espíritu cibernético pareciera dirigirse hacia la destrucción de lo humano. No en el sentido de su exterminación sino en el de su sustitución.

Un caso interesante es el de la medicina. Toda la tecnología robótica e informática ha permitido unos enormes avances en la cura de enfermedades, restauración de órganos y, finalmente, salvar vidas. Pero las máquinas no tienen ética. Las decisiones sobre acciones que pueden afectar a los pacientes son tomadas bajo parámetros no matemáticos. La cibernética se basa en el pensamiento algorítmico, esto es, regular, mecánico, previsible y ordenado. El pensamiento humano es heurístico, o sea, ligado a la invención, a la inspiración o la innovación. Bajo ciertas condiciones, presiones o circunstancias, el ser humano es capaz de formular hipótesis, descubrir alternativas, y resolver miles de problemas impredecibles.

Es aquí donde surge la polémica entre la cibernética y el espíritu humano. ¿Será posible alguna vez, que la máquina pueda imitar la forma del pensamiento de los seres humanos? ¿Es la lógica borrosa, o la teoría del caos, o la codificación digital, capaz de reproducir la mente del hombre? Tal vez aún sea pronto para saberlo, pero la perspectiva, además de fascinante, es, sin duda sobrecogedora.



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